Opinión

Otro pecado

ESTÁ por ver si con ello acrecerá la concurrencia a los confesionarios, pero como los pecadores son (somos) cada vez más pasotas, lo mismo importa poco o nada que el papa Francisco tenga intención de introducir un nuevo pecado en la parrilla de perversiones: el ecológico, que incorpora lo que él denomina ecocidio. O sea, "la contaminación masiva del aire, de los recursos de la tierra y del agua, la destrucción a gran escala de la flora y la fauna y cualquier acción capaz de producir un desastre ecológico o destruir el ecosistema". Casi nada. Sin poner en duda que el propósito del Pontífice esté concebido de buena voluntad (además forma parte de lo suyo), en una sociedad tan escorada hacia el laicismo dominante, la reprensión mística tendrá mal acomodo a la hora de disuadir a millones de infractores que miran hacia otro lado, hacia la degradación del ecologismo en sus múltiples variantes, sin importarles para nada el daño que producen en el ecosistema, bien sea por acción u omisión. Sin desechar para nada la concienciación del individuo, quizá sea más eficaz no descuidar una formula represiva más terrenal, aplicando el Código Penal y una política de sanciones adecuada a cada situación. Y aun así, no nos hagamos ilusiones.

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