Opinión

Os peitos da cabritinha

QUIM BARREIROS es un representante de la música 'pimba' o música popular alternativa portuguesa, un género divertido con letras en las que abunda el doble sentido y ritmos muy pegadizos.

En 2004 sacó al mercado A Cabritinha, una canción simple y alegre interpretada al acordeón -se escuchó mucho en las verbenas de Galicia- en la que cuenta la historia de un hombre que de pequeño no pudo mamar de los pechos de su madre que "nao tiña leite" y por eso "mamei em todo o que tiña peito", hasta que de mayor "arranjei unha cabritinha e passo o día a mamar nos peitinhos da Fofinha".

Me acordé de esta melodía el lunes cuando la Mesa del Congreso debatió si se debía sancionar a los diputados de ERC y del PDeCAT por su descarado absentismo laboral, inadmisible en cualquier empresa, y al constatar la determinación de los partidos independentistas de concurrir a las elecciones del 21 de diciembre.

Sobre la primera cuestión, el sentido común dicta que los diputados y senadores de los dos partidos citados deberían abandonar los escaños que ocupan en las Cortes españolas. No es coherente que Rufián, Tardá, los diputados del PDeCAT y los senadores sigan en las Cámaras de un Estado "que oprime y roba a Cataluña" y al tiempo proclamen que desde el 27 de octubre son ciudadanos de su república catalana.

Por lo que respecta a las elecciones, es una buena noticia que los partidos independentistas se presenten porque podrán exponer y defender sus ideas en el Parlamento. Pero sorprende que se presten a participar en unas elecciones que califican de "ilegales" convocadas por Rajoy, que encarna un "Estado represivo y antidemocrático -omito otros calificativos- que no tiene legitimidad para hacerlo".

¿Por qué permanecen en el Congreso y en el Senado Rufián, Tardá y demás independentistas? ¿Por qué acuden a los comicios del 21-D después de que el mismo Rufián dijo que "reconocer unas elecciones convocadas por el Estado sería una traición al pueblo de Cataluña"?

La ironía de Quim Barreiros da con la clave: "eu gosto de mamar nos peitos da cabritinha", que son los pechos del Estado que quieren destruir en los que "mamo a hora que eu quero porque a cabritinha -el escaño- é minha".

Esa mamandurria les reporta cada mes un mínimo fijo de 4.700 euros y más ingresos por comisiones que nunca ganarían en el mercado laboral. Por eso se agarran a los escaños en las Cortes y los buscan en Cataluña, porque fuera hace mucho frío sin "os peitos da cabritinha".

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