ASÍ NOS AFECTA EL VIRUS

Las ópticas ven como se difumina su futuro

Los ópticos y optometristas se muestran escépticos sobre que el Gobierno los considere como servicio de primera necesidad. Todos ellos están obligados a cotizar pese a la escasa facturación
Una óptica lucense. ARCHIVO
photo_camera Una óptica lucense. ARCHIVO

Los profesionales ópticos y optometristas se mantienen en vanguardia frente a la expansión de la pandemia y prestan sus servicios únicamente de urgencia. Muchos de ellos solo abren a determinadas horas para entregar un envase de lentillas, líquido para su cuidado y reparaciones de patillas de unas gafas de alguna persona que desempeña labores esenciales.

Son profesionales sanitarios que asumen su responsabilidad desde una segunda línea de defensa pese a que el trabajo durante el estado de alarma limite buena parte de sus funciones en los establecimientos del sector.

Precisamente este gremio es uno de los más vulnerables al virus, pues una de las vías de contagio es el ojo. Por este motivo, todos ellos atienden al público ataviados con mascarillas, guantes y mantienen desinfectadas sus instalaciones y respetan el metro y medio de distancia. No obstante, las ópticas no dan servicio de adaptaciones de lentes ni graduaciones de vista, solo entregan al usuario las lentes que vienen en envíos previamente esterilizados, a la espera de que la normalidad regrese a cuentagotas, al igual que sus clientes.

Berta de la Torre: "Las medidas tomadas por el Gobierno creo que están sobrepasadas por la situación. Puede que llegasen algo tarde"

→ Sobrepasados

Berta de la Torre regenta la óptica que lleva su apellido desde hace varias décadas en el centro de Lugo. Son tres las semanas que lleva prestando sus servicios en un horario fuera de lo habitual, obligada por la situación. "Solo tengo abierto de doce a una de la tarde y de lunes a viernes. Todos los clientes que se acercan por la óptica vienen por cosas que requieren una sustitución o reparación rápida. Casi siempre lentillas graduadas o alguna gafa con una patilla rota. No puedo vender monturas porque la persona que se las probase podría contaminarlas".

Las medidas higiénicas para contrarrestar la expansión del son tan patentes como la falta de liquidez para abonar las facturas y pagos a la Seguridad Social. "Las medidas tomadas por el Gobierno, por el momento, creo que las está sobrepasando la situación. Llegan tarde. Veremos qué otras ayudas nos dan a los empresarios. Con uno o dos clientes al día no merece la pena estar abiertos", ataja Berta de la Torre.

→ Clientes a cuentagotas

Ana Díaz, propietaria de Óptica Armaña, acude todos los días sin miedo a su trabajo, y adopta las mayores precauciones que están a su alcance porque se considera "una persona muy precavida y siempre intento mantener dos metros de distancia cuando llega un cliente. Somos una óptica pequeña y es mejor para todos que pasen de uno en uno", comenta.

Ana Díaz: "Casi no facturamos, pero como servicio esencial tenemos que seguir pagando las cotizaciones e impuestos"

No son días de avalanchas masivas de compradores, como ocurre en el sector de la alimentación o el farmacéutico. Nada que ver tampoco con el periodo de rebajas y sus ansiadas promociones en gafas de sol. Son reparaciones de urgencia y poco más, porque pese a que las ópticas son tildadas por el Ejecutivo como "de primera necesidad", lo cierto es que la escasa retribución que reciben estos profesionales durante el estado de alarma no cubre ni siquiera los gastos.

"Económicamente es un situación muy mala. Casi no facturamos, pero como somos servicios esenciales tenemos que seguir pagando cotizaciones e impuestos. Decían que era una situación que iba a durar solamente quince días y ahora no sabemos cuándo va a acabar todo esto", manifiesta Ana Díaz desde su céntrico establecimiento, del que tomó las tiendas en 2013. Ahora comparte horario partido de once a una del mediodía y de cinco a siete de la tarde con su compañera de trabajo.

→ Zona sur de la provincia

Multitud de casos idénticos se repiten por toda la provincia. En la zona sur, Monforte de Lemos también cuenta con ópticos que prestan sus servicios mínimos hasta que la pandemia deje de asolar el planeta. Ricardo Pérez mantiene alto el ánimo y espera, como todo ser humano, que el fin del decreto de alarma y el confinamiento llegue a su fin lo antes posible.

Ricardo Pérez: "Las llamadas suelen ser de clientes habituales que viene a buscar un recambio para las lentillas usadas"

La Óptica Puente Romano recibe la visita de vecinos preocupados por no dejar de lado la salud ocular para ver llegar a tiempo al virus. "Tenemos las puerta cerradas, pero tengo un teléfono para las emergencias y lo que pueda pasar. Siempre suelen ser llamadas de clientes habituales y que conocemos desde hace muchos años que te piden un reemplazo para las lentillas antiguas y poco más. Ya sabemos la graduación porque nos conocemos de toda la vida", explica Ricardo Pérez.

Con el servicio de optimetría cerrado a cal y canto, Pérez intenta "ayudar a todo el mundo en lo que se puede en estos momentos", argumenta mientras los días se alargan encerrados en un cautiverio de streaming y palomitas.

Cierre forzoso de las ópticas
El real decreto que estableció el estado de alarma en España el pasado 14 de marzo para evitar la propagación del Covid-19 determinó el cierre de numerosos establecimientos, salvo aquellos considerados de primera necesidad, como las ópticas. Una situación que no fue bien acogida por el sector, que denuncia la falta de medios de protección para hacer su trabajo y piden al Gobierno y a las comunidades autónomas que determine el cierre forzoso de las ópticas, medida que abriría la puerta a posibles ayudas en un sector en el que predominan los autónomos.

Movilización en redes
La petición para el cierre total de las ópticas se mueve, fundamentalmente, a través de Twitter, con el hashtag #OpticasCerradasYa, donde muchos ópticos y optomestristas explican que es imposible desempeñar bien su trabajo y, a la vez, mantener la distancia mínima de seguridad entre personas que se exige como medida de prevención, a 20 centímetros de la cara del paciente y a cinco centímetros si se hace oftalmoscopia. Si bien es cierto que prácticamente ninguna óptica realiza este cometido a estas alturas.

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