''Nós facemos o que nos mandan''

El alcalde y la edil Rosana Rielo, en la nueva escalera. Foto: FANY
photo_camera El alcalde y la edil Rosana Rielo, en la nueva escalera. Foto: FANY

CUANDO UN ARQUITECTO, en la presentación de su obra, tranquiliza a los asistentes diciendo «esto no va a quedar así», muy buena señal no parece. Eso es lo que tuvo que hacer el autor del proyecto de reforma de la entrada principal de la plaza de abastos, la que da a Santo Domingo, al ver cómo un grupo de jubilados hacía corrillo en torno a una de las rampas que da acceso al sótano del edificio para dedicarle de todo menos piropos.

A los señores la nueva entrada les parecía fea, no peligrosa, que llegada cierta edad el sentido del peligro se vuelve a perder y se regresa poco menos que a la intrepidez de la infancia. Aunque ayer ya había quien hacía chistes poco afortunados sobre las «croquetas que se van a hacer las viejas» en las nuevas escaleras y los técnicos han anunciado que se van a colocar barandillas al lado de las rampas.

Desde luego, la obra no deja indiferente y en esta ocasión los recelos que está encontrando no parecen tanto reticencias a la nuevo, que de eso hay mucho en Lugo, como apreciaciones de sentido común. Se ha mejorado el acceso al sótano, donde antes solo había escaleras, pero para acceder a la primera planta se han colocado unas escaleras más pronunciadas que las que había que además acaban en el asfalto. Padres con carritos y personas con problemas de movilidad tendrán que seguir accediendo por la rampa de la parte trasera y cruzándose con las descargas de los comerciantes.

En los dos días que lleva abierta la entrada, el lugar se ha convertido casi en un lugar de peregrinación y los obreros no se cansan de oír críticas. «Nós facemos o que nos mandan», replicaban ayer a quienes no dudaban en mostrar su desacuerdo con la intervención.

Hasta un veterano exconcejal, muy próximo al gobierno, que ayer pasaba por el lugar evitaba dar su opinión. Daba a entender que había visto cosas mejores.

Comentarios