Antonio González Gómez volvía cada madrugada a las ruinas de su vivienda en O Pando desde el vecino núcleo de Veiga do Seixo. "Non podería vivir en ningún outro lugar", afirma. Eran los días posteriores al terrible incendio que asoló Cervantes y destruyó su morada en octubre de 2017. Por esta razón le buscaron un alquiler en un inmueble contiguo, en el mismo lugar que da sentido a su vida. Aunque los rescoldos de la tragedia perduran en su memoria, Antonio tiene un motivo para sentirse feliz. Vive de nuevo en su casa, rehabilitada gracias a la ayuda de la Xunta. "Estar nun piso dunha cidade sería meterme nun ataúde. A miña vida está aquí, cos meus animais e as miñas plantas", afirma este jubilado de 68 años. Tampoco le apetecía residir en San Román, la capital del municipio, donde recibe el tratamiento del sintrom.
Un corredor o galería de entrada, típico de la zona, sustituye al antiguo portal. Es como si nunca hubieran existido los escombros que dejaron las llamas aquel fatídico día. "Resistimos un primeiro embate do lume, que chegou primeiro pola ladeira da estrada. Estaba desaloxado en Doiras e achegueime ata aquí. Pensaba que o problema quedara arranxado, pero o lume volveu por outra ladeira e vin como a casa comezaba a arder. Se chegase un cuarto de hora antes, se cadra podería facer algo", recuerda. El alpendre de un inmueble vecino, donde se guardaba maquinaria, también quedó calcinado, pero los bomberos evitaron males mayores.
Antonio, inseparable de sus animales, perdió a una perra, que estaba embarazada y no pudo escapar, "ao mellor porque se puxo de parto". Sí sobrevivieron Tor y León, dos pastores alemanes que le acompañan en su soledad. "Tor non se separa de min. Vai comigo ata aos enterros. Quedou traumatizado polas lapas", explica.
Cada madrugada, nos días seguintes á catástrofe, viña desde Veiga do Seixo ata aquí e tampouco quixen vivir en San Román
De la vivienda solo quedó en pie la pared trasera, "que foi rehabilitada, aínda que case sería máis barato facela nova. Os días posteriores choveu moito e a parede abombou ao ceder o barro que sostiña as pedras", cuenta. Parte de la piedra se utilizó para la nueva edificación.
La casa cuenta con un sótano diáfano y una planta con cocina, salón, dos habitaciones y baño. Es un poco más pequeña que la anterior, pero acogedora y con amplios ventanales. Solo quedan pequeños detalles para rematar las obras "e poidan vir os meus irmáns e sobriños a pasar uns días", dice Antonio.
La restauración no fue fácil. "O problema é que che traen as cousas ata aquí case por compromiso. Chegar é un sacrificio", explica este vecino de O Pando en alusión al desplazamiento desde Doiras por una estrecha pista. La constructora tuvo que "bombear o cemento dende abaixo", al no pasar el camión el camino, entre muros, que llega a la casa.
Por si fueran pocas las ayudas, el Concello de Cervantes reparó la carretera de la zona, cuyo firme se hundió a causa de la erosión del terreno por las lluvias caídas jornadas después del incendio.
Vecinos volcados
"Todos os veciños da parroquia e os cervantegos en xeral envorcáronse comigo. Tiveron un comportamento exemplar", indica este vecino de O Pando. La empresa Carferlo, propiedad de un cervantego, se encargó de desescombrar su vivienda de modo gratuito. Fue también muy importante el trabajo de la asociación Os Xardois, que organizó un festival para recaudar fondos para los afectados. El envío de camiones de forraje por ganaderos de Abadín y Boimorto resultó fundamental.
Ricardo Amigo, propietario de vacas de carne, señala que los pastizales afectados por el fuego están recuperados, aunque pasó por una difícil situación, "xa que o lume me arrasou 80 ferrados de pradería".
Daños | "Houbo moitas perdas"
Manuel González es vecino de Antonio. "Somos os dous mozos do lugar", bromea. Salvó su casa, "pero a terra mollada que puxemos diante botaba fume". "Houbo perdas en castiñeiros, frutais e pastos", agrega.
Cicatrices | Muchos árboles quemados
Los daños del gigantesco incendio acaecido en Cervantes hace algo más de dos años todavía se reflejan en el paisaje, como puede apreciarse en la abundante presencia de árboles quemados en la zona afectada.
FOTOS: Sebas Senande