Negocios históricos de grandes villas de la Costa echan el cierre

En Ribadeo, que es un referente en el sector del comercio y de la hostelería, la zapatería Botana completa un ciclo de unos 70 años

Botana con una antigua máquina de coser. I.G.
photo_camera Botana con una antigua máquina de coser. I.G.

Comercios históricos de las principales localidades mariñanas, como la ribadense zapatería Botana, con al menos 70 años de trayectoria, cierran este mes. En el mencionado caso de Ribadeo, se trata más bien de un fin de ciclo de tipo vital. Pero en otros subyace algún tipo de crisis. El gerente de la Asociación de Comerciantes, Industriales, Servicios y Autónomos (Acisa), del municipio ribadense, Jesús Pérez Prada, admite que, al término de un verano con gran afluencia, sin embargo "sí se está notando, este año en especial, un ligero aumento de los cierres".

El directivo achaca las clausuras -tanto las de nueva apertura, como las de toda la vida-, a "que, o bien no son rentables, o bien no existe un relevo generacional" y destaca la amenaza que supone para el pequeño comercio "el auge de las plataformas online, con la falsa creencia de que comprar por internet es más barato". Pese a un verano con gran bullicio en Ribadeo "poca gente entraba sin embargo a comprar en las tiendas" y quizás la hostelería aguanta mejor los peores momentos. El mejor mes fue sin duda agosto.

"No fue un mal verano -objetan desde el colectivo-, pero en muchos aspectos no fue el mejor de los últimos años. Las previsiones con las que contábamos al menos, eran mejores. Se veía gente en la calles pero poca compró". El gerente, Pérez Prada, especifica que además en junio y en julio "la climatología no ayudó, si bien a principios de verano se salvaron los resultados con los múltiples trofeos deportivos que atrajeron clientela a los hoteles y después en julio, con el Ribadeo Indiano que fue un salvavidas para muchos comercios y bares".

Botana: "Mis padres abrieron este negocio con un taller para fabricar el calzado porque entonces no había fábricas"

Influye también el tipo de turismo que sigue teniendo Ribadeo: "Sigue siendo muy estacional y con una clientela fuera de temporada muy fácil de identificar, ya que principalmente los fines de semana se trata de vecinos de la comarca o residentes en Lugo que vienen de descanso y de muchos asturianos, que vienen a comer o que tienen una segunda residencia en la villa", sostiene. Pérez advierte de que muchos establecimientos no sobreviven solamente con los ingresos del verano, contra lo que se pudiera pensar.

ADIÓS A UN EMBLEMA. José Luis Botana, con ocho décadas a sus espaldas, continuó y reflotó el negocio familiar: una zapatería que sus padres abrieron en Ribadeo, eje comercial de A Mariña. Su madre, Matilde Veiguela, vegadense de Piantón, y su padre, Generoso Botana, de Abadín, se ocuparon del establecimiento, aunque su progenitor falleció cuando José Luis tenía apenas once años, por lo que fue su madre quien llevó las riendas. El negocio lo instalaron al principio, en los años 40, en las inmediaciones de la plaza de abastos, pero alrededor de 1970 se desplazaron a su vivienda de la vía Reynante-, una de las céntricas peatonales denominadas las Cuatro Calles ribadenses-, en cuya parte baja se ubica el local.

En sus comienzos, tuvieron incluso un taller con seis empleados, en una época en la que "no había dónde pedir los zapatos, había que hacerlos. Mi madre hacía el patrón, el corte y luego se cosían a máquina. Entonces, la calidad era mayor. Se compraba poco calzado, pero de gran calidad, pensados para durar mucho tiempo y se apostaba más por la elegancia que por el estilo desenfadado y deportivo de hoy en día".

También fue una época de emigración, algo que le tocó muy de cerca, ya que el joven Botana, hijo único, tras educarse con los jesuitas en Vigo, hizo las Américas.

Botana: "Cambió la forma de consumir; se compra online producto de menor calidad, menos elegante y que dura menos tiempo"

Se fue a Cuba, durante un lustro al menos, para trabajar en la empresa de distribución de combustible de un tío suyo.

Cuando regresó, hizo la mili en A Coruña y en la ciudad herculina empezó a trabajar para Nestlé, vendiendo sus productos por la cornisa cantábrica. En 1970 volvió a Ribadeo para ocuparse de la zapatería, en la que su madre colaboró hasta su fallecimiento a los 93 años. En esa década, abrió otra tienda en la villa ribadense, en Mondoñedo y en las localidades asturianas de La Caridad y Luarca. Por aquel entonces ya era posible traer zapatos de las factorías de Alicante y las Baleares, zonas en las que empezó a tener pujanza este sector.

"He tenido proveedores muy buenos, también comenzamos con los bolsos y complementos, con empresas como la gijonesa Reinares, tras viajar a las ferias del sector y ver tendencias y productos. Siempre hemos apostado por el estilo y por la calidad, por la piel, nada de sintéticos", dice.

Las modas han cambiado: "En los 70 o en los 80, la gente se arreglaba de verdad para ir a eventos, sobre todo en las fiestas y durante la Semana Santa por ejemplo. Veías a señoras con sus zapatos de tacón, a juego con el bolso, mientras que ahora se tiende a lo práctico, en detrimento de la elegancia. Pero la elegancia también puede ser comodidad. Un zapato bueno de piel es flexible y resiste el clima y los años", sostiene.

La forma de consumir ha variado: "Por ejemplo, ahora parece que se compra calzado barato, aunque dure menos; pero hay que ser consciente de que un zapato bueno vale dinero". En el vestir ocurre algo similar, pero en opinión de Botana, "el calzado es más difícil, es complicado encontrar un zapato que siente perfecto. El estándar en el atuendo es más fácil de lograr, quizás". En su caso cierra porque cree ya completado un ciclo y confía en que alguien "serio" retome este negocio.

CAMBIOS EN RIBADEO. La zapatería Botana ha sido testigo de los cambios sociales y urbanísticos que ha experimentado la villa. Sin ir más lejos, antes la Calle Reynante no era peatonal. Botana recuerda cuando "había un policía municipal en el centro de las Cuatro Calles regulando el tráfico con un semáforo manual".

Eran épocas, las de hace medio siglo, en las que había más zapaterías que ya no están como Calzados Marta, al lado de las también ya cerradas Galerías La Innovación, o La Minerva, donde está hoy en día el bar La Brisa, en pleno centro de las Cuatro Calles.

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