Necrología ► Antonio Carro Martínez

Ante la noticia del fallecimiento el 8 de abril en su domicilio de Madrid del jurista y político lucense Antonio Carro Martínez, permítanme dedicar unas líneas a su memoria para dejar constancia del dolor que su muerte nos produce a sus amigos, para publicitar sus virtudes como ejemplo para nuestra ciudadanía y para manifestar a su familia nuestras condolencias más sentidas.

Antonio Carro había nacido en esta ciudad en 1923 en la bulliciosa y comercial por entonces denominada Avenida de Moret, luego Calle del General Mola y hoy Avenida de Castelao que baja a la estación del ferrocarril. Era hijo de Antonio Carro Pérez, comerciante, y de Herminia Martínez Cabrera, profesora de Magisterio y directora que fue de la Escuela Normal de Magisterio, y fueron sus hermanas Cristina, Pilar y María Jesús; personas todas ellas muy queridas en nuestra ciudad. Antonio pertenecía a una conocida familia muy establecida ya en la ciudad con orígenes, también, en la maragatería, zona afamada por el carácter emprendedor de sus gentes a través de ese instrumento que es el comercio, creador de prosperidad en el mundo y elemento dinamizador de la cultura de los pueblos.

Su hermana Cristina estaba casada con el prestigioso biólogo y profesor Francisco Bernis Carrasco, una autoridad internacional en su materia que había venido destinado a Lugo como profesor de Ciencias Naturales en el Instituto de Enseñanza Media.

Estudia el bachillerato en Lugo y se licencia primero en Derecho y después en Ciencias Políticas. Hizo el doctorado en Derecho y fue profesor de Derecho Político en la Universidad Complutense. Pertenecía por oposición a los Cuerpos de Letrados del Consejo de Estado, Técnicos del Ministerio de Justicia y Nacional de Secretarios de la Administración Local de primera categoría. Fue secretario general técnico del Ministerio de la Gobernación, director del Instituto de Estudios de Administración Local, director general de Administración Local y ministro de la Presidencia durante los años 1974 y 1975. Procurador en Cortes por esta provincia durante dos legislaturas y diputado en al Congreso de los Diputados, primero en la Cortes Constituyentes y durante cuatro legislaturas más en representación de esta provincia por el Partido Popular. Fue vicepresidente segundo del Congreso de los Diputados.

Antonio Carro pertenece a esa generación de altos funcionarios de la Administración que son llamados a la política por su sólida formación, por su integridad intelectual y por un inquebrantable ética profesional de servicio a la ciudadanía , primero tratando de dotar al régimen de Franco de un entramado jurídico institucional que lo hiciese cada vez más homologable al resto de Europa a la que él era consciente que pertenecíamos como una de las tres naciones responsables de su construcción en la Historia Moderna, junto con Inglaterra y Francia.

Carro fue, también, director del Instituto de Estudios Administrativos que López Rodó formó en la presidencia del Gobierno en Castellana, 3 en Madrid, allá por los años cincuenta del pasado siglo, institución de la que salieron los borradores de creaciones legislativas que revolucionaron el escenario jurídico administrativo de nuestra nación y que contribuyeron no solo a modernizar nuestra Administración sino a proporcionar al ciudadano una mayor seguridad jurídica; como fueron, entre muchas otras, las leyes de Expropiación Forzosa, Procedimiento Administrativo, Jurisdicción Contencioso-Administrativo, Contratos Administrativos, Régimen Jurídico de la Administración del Estado, etc.

Le tocaron, sin duda, tiempos difíciles en la Historia reciente de nuestro país, primero en el régimen de Franco y después, ya en la democracia, en la instrumentación de una transición que los principales líderes políticos de entonces, representantes de las principales fuerzas políticas decidieron fuese pacífica como así lo fue. La transición fue realmente revolucionaria pues supuso pasar de un régimen autoritario a una democracia y de un Estado centralizado a otro fuertemente descentralizado; a la vez que nos incorporábamos a Europa con la cesión de esferas de soberanía importantes a favor de la que hoy es la Unión Europea. A pesar de su complejidad la transición fue modélica y proporcionó el período más largo de prosperidad y libertad de nuestra historia. Contribuyeron a ella todos los actores políticos de la época que supieron fundamentar su acción política en la tolerancia, en el compromiso, en el interés general. Y Antonio Carro fue uno de esos actores dejando siempre, además, su impronta de servicio público a través del Estado de Derecho, de la imperiosa necesidad que tiene el Estado de proporcionar seguridad jurídica a sus ciudadanos y empresas.

En pleno proceso de descolonización del Sáhara Occidental en cumplimiento de las correspondientes resoluciones de las Naciones Unidas y ante la desafiante Marcha Verde organizada por Marruecos con miles de civiles enviados contra la frontera Norte del territorio administrado por España, Antonio Carro participa en los llamados Acuerdos de Madrid por lo que se cede temporalmente la administración de dicho territorio a Marruecos, país que continúa con la obligación de ejecutar el mandato descolonizador de la Onu. Se evita con ello que España entre en un conflicto bélico en un momento de incertidumbre ante la crisis en la salud del jefe del Estado que finalizó con su fallecimiento. Intervención no siempre bien entendida.

Con sus muchos aciertos y posibles errores la historia le juzgará sin duda como un hombre honesto, sencillo y humilde, un hombre dotado de una gran formación jurídica que la puso al servicio de la nación a través de una acción política presidida por la integridad y la búsqueda del bien común en el servicio a la ciudadanía, lo que le proporcionaba una alegría interior. Fue un hombre bueno, cariñoso, siempre preocupado por los demás y amante de su familia. Un buen lucense, un buen español y un buen europeo.

Quiero trasmitir a su esposa Lucía Marina y a sus hijos, Lucía, Antonio, Marta, Delia e Ignacio, a sus hijos políticos, entre los que se encuentra Santiago Muñoz Machado, director de la Real Academia Española de la Lengua, a sus nietos y biznietos, nuestras condolencias más sinceras.
Descanse en paz.

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