El museo del mar de Foz sale a flote

A pequeñas brazadas va cobrando forma la iniciativa vecinal de contar en Foz con un local donde poder exponer las donaciones de objetos relacionados con el mar, que fue el destino de muchos jóvenes de antaño. Un museo en el que preservar para las generaciones venideras lo que fue el medio de vida de sus antepasados
Salustino Alonso (Izquierda), Salustino Niñe y Francisco Fanego, con algunas de las piezas que se exponen en el museo, ubicado en la antigua lonja. JOSÉ Mª ÁLVEZ
photo_camera Salustiano Alonso (izquierda), Salustiano Niñe y Francisco Fanego, con algunas de las piezas que se exponen en el museo, ubicado en un local de la antigua lonja.

LA PANDEMIA ha retrasado los plazos de su puesta en marcha, pero el proyecto de crear en Foz un Museo do Mar sigue adelante y ya con pasos más firmes al haberse constituido una asociación, que permite la oficialización de todos los trámites. Se llama A Rula y está presidida por Salustiano Niñe, el impulsor de la iniciativa y restaurador de varias de las piezas que podrán verse en el local, que aspira a convertirse en la memoria de un pueblo "que medrou a carón do mar", recuerda el concejal Francisco Xavier Fanego.

Fanego, edil nacionalista de medio ambiente, medio rural y mar, asumió en este mandato el reto de conseguir la aspiración colectiva de lograr que Foz contara con un recinto vivo en el que recordar lo que fue el principal motor de su economía y el medio de vida de la localidad en el pasado siglo. Recuperar su historia, de la mano de la gente que la vivió, hace que este museo sea modesto, pero tremendamente especial, pues cada una de las piezas tiene detrás la historia de quien la conservó, que es un calco de muchas de las vidas de los mayores de la localidad, para los que el mar era su única salida.

"Eu sempre andiven detrás de que houbera un museo", recuerda Tano, como todos en Foz conocen a Salustiano Niñe, que encabeza la directiva de una entidad, de la que también forman parte Simeón Neira, como tesorero; Francisco Fanego como secretario y, como vocales, Ricardo García, Richard; Fernando Fernández, Pandeirada; Carlos García, Marcos Fernández, Silvia Fiallega y Salustiano Alonso. Este último, compañero de fatigas de Tano en la tarea de clasificar las donaciones y, sobre todo, en la de recuperar aquellas que no llegan en las mejores condiciones.

La memoria de ambos, y sus primorosas manos, permiten que algunos objetos luzcan igual que lo hacían hace años, como es el caso de un antiguo bombo, de 1920, usado por los compradores para regular la subasta de pescado, que es una de las joyas del museo. Un centro en el que es posible encontrar muchas piezas de valor, pero también sentimentales, que hablan de unos años que no volverán, pero que quieren ver materializados más allá de su memoria.

Todos los objetos contarán con una tarjeta identificativa, en la que se informará sobre su nombre, su uso y la persona que lo donó, asevera el concejal de mar, quien agrega que también hacen gestiones para conseguir de Portos la cesión del local, dice sobre la antigua lonja, en el que "trataremos de acometer algunha reforma, pero para iso temos que buscar financiación, porque somos unha entidade sen ánimo de lucro", recalca Fanego, muy satisfecho de que el museo vaya cobrando cuerpo, pues "foi unha teima de moita xente de Foz, entre ela de Xoan Carlos González Basanta, que foi concelleiro do BNG en Foz durante moitos anos".

El covid ha detenido las prisas de sus impulsores, pero confían en recuperar el tiempo perdido y estrenarlo con una jornada de puertas abiertas a la que esperan que acudan, sobre todo, marineros como ellos que se dedicaron al oficio desde niños. Alguno se reconocerá en la valiosa colección de fotografías de los años 60 que luce a la entrada. Una donación del cronista oficial, Suso Fernández, quien previamente las recibió del fotógrafo de Lugo Juan José y en la que se retrata el oficio de marineros, pescantinas y rederas.

Unos trabajos, cuyos atuendos se pueden ver al natural sobre maniquíes, y de los que hay notables muestras en el recinto, para el que confían que continúen las donaciones, como la última de un petromax, en perfecto estado de conservación, "que é como unha especie de cámping gas pero máis antigo que se colocaba nos mástiles para atraer aos bancos de bocarte", cuentan los marineros, mientras lo muestran en un barco a escala, uno de los varios con que cuenta el museo, al que recientemente se ha unido la maqueta del Rosalina, cedida por un vecino.

Un traje de buzo de la primera mitad del siglo pasado sigue siendo otras de las piezas más llamativas, junto a huesos de ballena, antiguas sondas, anclas, anzuelos, además de una completísima colección de corales y conchas de mariscos que poblaban la ría de Foz, sin olvidar otros muchos aparejos, libros y una pequeña colección de las conservas que se hacían en la villa en fábricas tan importantes como la de Dalo.

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