El mundo infinito de Borges llega a Lugo

Una muestra de primeras ediciones del escritor argentino, libros personales y fotografías llena O Vello Cárcere de Lugo

Borges, en su biblioteca personal. EP
photo_camera Borges, en su biblioteca personal. EP

Hubo un momento tan sorprendente en Argentina que un disco de Jorge Luis Borges (1899-1986) alcanzó una segunda edición. Fue tan particular porque el lanzamiento era un vinilo, no un libro. El escritor argentino protagoniza discos de conferencias tanto con su voz como a través de las letras de milongas que interpretó Astor Piazzola, también grabaciones de sus poemas y de clásicos como Divina comedia.

El experto Claudio Pérez Míguez sitúa el sentido de los vinilos en que "no se hacía una versión escrita de las conferencias, sino que Borges las componía en su cabeza -armando una estructura-, las memorizaba y las dictaba". El Borges discursivo es consecuencia involuntaria del peronismo. "Era muy tímido, pero, cuando lo echaron de su trabajo en una biblioteca municipal, acabó inspeccionando pollos y gallinas, pero también venció su angustia de hablar en público".

Los discos forman parte de El infinito Borges, una muestra de trescientos objetos relacionados con el autor que se muestra en O Vello Cárcere de Lugo, donde permanecerá hasta mediados de julio. En la muestra pueden verse también libros, fotografías, piezas de arte y recortes de prensa que proceden del Museo del Escritor, de Madrid, que dirigen Pérez Míguez y Raúl Manrique Girón. Ambos, argentinos, son los comisarios de este montaje al que dotaron de triple sentido de efeméride a la exposición, que se organizó por los 120 años del nacimiento del escritor, los 70 años de El Aleph y los 75 años de Ficciones.

Pérez Míguez atribuye al profesor lucense Claudio Rodríguez Fer el mérito de que pueda visitarse en Lugo esta exposición que exalta como "la más grande que pueda verse sobre Borges por su complejidad y sus diversas áreas temáticas". Las piezas ocupan dos plantas de la antigua prisión y están borginiamente agrupadas en celdas que son idénticas y numerosas. Las áreas muestran "la familia del autor, sus obras, libros en colaboración, sus prólogos, las editoriales y las revistas que fundó, los discos,... es la más completa", remarca Pérez Míguez.

Ejemplares de las obras de Borges que se pueden ver en O Vello Cárcere. XESÚS PONTE

Su énfasis en destacar la amplitud y perfección de la colección lo lleva a remarcar que permite ver "todas las primeras ediciones", incluso un ejemplar de Inquisiciones, un ensayo "que él no quiso publicar". Fueron editados 500 ejemplares en 1925 de este título que no se recuperaría hasta el año 1984.

Lo más curioso es el ejemplar dedicado por Honorio Bustos Domecq, "el seudónimo que utilizaban Borges y Bioy Casares cuando escribían a cuatro manos".

FAMOSO. "Borges era tan famoso como.. es difícil poner un ejemplo... puede ser Vargas Llosa, pero no se le acerca", señala el comisario. A pesar de esa popularidad, Claudio Pérez Míguez subraya que era muy fácil acceder a él. "Siendo estudiante de secundaria, con 15 años, me encargaron un reportaje sobre Borges. Busqué su teléfono en la guía, aún estaba a nombre de su madre y conocía ese nombre. Me cogió una asistenta que en seguida se lo pasó a él. Me quedé en shock. Me dijo: "Venga usted mañana a las diez". Estuve con él e incluso conseguí que viniese al instituto, donde fundé el Círculo Borgiano. Fue una experiencia involvidable", recuerda.

El experto asegura que era accesibilidad atrajo problemas a su figura. "Entraban periodistas en su casa y los atendía. Le preguntaban cosas que Borges no sabía y después salían unos titulares tremendos. Le preguntaban por su opinión sobre Maradona y él confesaba que no conocía a ese señor, y la prensa titulaba que Borges no sabía quién era Maradona".

Claudio Pérez Míguez argumenta esa ignorancia e incluye sus chocantes opiniones políticas. "Vivía en el mundo literario; en su casa no había televisor, por supuesto; pero Borges tampoco escuchaba la radio ni leía los periódicos. La actualidad no le importaba". Junto a esa ignorancia activa y consciente, el comisario matiza que "a veces era irónico en sus comentarios en un momento convulso y movilizaba" a sus detractores. Añade que "con quien estaba enojado era con el peronismo" porque le había arrebatado su felicidad de tratar laboralmente con libros, de caminar entre estanterías repletas para hacerlo entre jaulas de gallináceas.

Jorge Luis Borges se identificaba nulamente con esas especies mansas, débiles y asustadiza. Es sabida su pasión por los tigres. En la muestra puede verse una fotografía del escritor sentado en una esquina de un tresillo con una máscara de lobo cubriéndole la cabeza. "Se la hice yo", apunta con orgullo Claudio.

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