Multitudinaria despedida en Lugo a Fernando Veiga, el impulsor de la Geriatría

Familiares y amigos dieron este lunes el último adiós al facultativo. Creó el servicio en Calde, al que se dedicó incansablemente
Numerosos representantes de la sanidad gallega, como el conselleiro, despidieron al doctor Veiga
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La iglesia parroquial de El Buen Pastor se llenó este lunes para dar el último adiós a Fernando Veiga, un médico queridísimo en Lugo, que falleció de forma repentina en la madrugada del pasado sábado, a los 53 años de edad. Natural de Ervelle, A Pontenova, Veiga es el impulsor de la Geriatría en Lugo, el primer geriatra que tuvo la provincia y uno de los primeros de Galicia. Estudió la especialidad en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid, cuando solo en la capital y en Barcelona se impartía formación en esa área.

Llegó al hospital de Calde en 1992, tras una estancia en el hospital de la Universidad de California. Acababa de terminar la residencia y poco después se le unió Roberto Bugidos, un geriatra que había sido su compañero en Madrid. Juntos echaron a andar un servicio de cero. La implicación de Veiga con la Geriatría y su defensa de una especialidad clave en una provincia tan envejecida como la lucense, y en una comunidad como la gallega, fue siempre acérrima. En su labor profesional se cuentan varios hitos: la creación de un hospital de día o lograr la capacidad para formar residentes, algo que pocos hospitales españoles hacían.

Sus amigos y colegas recuerdan sin excepción su absoluta dedicación al trabajo, las horas echadas en Calde y la pasión por la especialidad. Era el encargado de recibir a los residentes y, según él mismo confesó en alguna entrevista, de advertirles que habían elegido un área de trabajo "durísima", que necesitaba de especialistas implicados, que no se fueran a ver defraudados al empezar a ejercer por las dificultades cotidianas.

Otra de las características del especialista que destacan compañeros y pacientes por igual es la empatía. Los enfermos sentían que Veiga les entendía y él tenía una capacidad especial para hacer que los mayores se le confiaran. Sus consultas eran largas y, en ellas, no existía el reloj, lo que eternizaba sus jornadas laborales, tanto en la sanidad pública como en la consulta privada.

Era un hombre cercano y sencillo, que en todas sus declaraciones recordaba que llegar a viejo era, en realidad, "un privilegio" y que defendió desde el inicio de su carrera la necesidad de promover la independencia funcional de los mayores.

Casado con María López Domínguez -con la que tuvo tres hijos: Benazir, Fernando y Roberto- su repentino fallecimiento causó una honda impresión en el hospital, donde era un profesional muy apreciado y, sobre todo, un compañero muy querido. También han sido muchos los pacientes -o familiares de enfermos que trató a lo largo de su carrera- que han manifestado su tristeza por la inesperada muerte del facultativo y que acudieron a la iglesia de El Buen Pastor para ofrecerle un último adiós. Compañeros de la infancia, amigos y colegas de todos los puntos de Galicia arroparon este lunes a la familia en su despedida al doctor Veiga.

Entre los asistentes, se encontraba una nutridísima representación de la sanidad gallega, desde trabajadores del Hula, hasta el actual conselleiro, Jesús Vázquez Almuiña.

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