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Mujeres en la cama

Gina Berriault murió en 1999 dejando como legado cuatro novelas y varios cuentos

MARUXA
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GINA BERRIAULT murió en 1999 de una "breve enfermedad", según su familia. Tenía 73 años. Se hallaba inmersa en un libro titulado The Great Petrowski cuando se le diagnosticó una dolencia terminal. Tuvo tiempo de acabarlo, pero ya no de verlo publicado. "Le llevé las galeradas al hospital, principalmente para animarla", cuenta su editor, Guy Biederman. Su vida había transcurrido enteramente en California. Nacida como Arline Shandling, en Long Beach, sus padres, de origen judío, procedían de Letonia y Lituania. Su madre se había quedado ciega cuando ella era una adolescente. En un texto publicado en The Confidence Woman la recordaba sentada junto a su pequeña radio, escuchando seriales y agitando la mano ante sus ojos, mientras trataba de dar forma a las sombras. "Tenía 14 años cuando su oscuridad empezó a cerrarse y yo comencé a escribir". Su padre editaba revistas especializadas y tenía una de esas máquinas de escribir altas y antiguas. "Comencé a trabajar en ella cuando estaba en la escuela primaria", contó a The Literary Review.

Berriault escribió cuatro novelas y un gran número de cuentos. En 1996 reunió 35 de ellos en un volumen que tituló Mujeres en la cama, ahora traducido al español por Olivia de Miguel Crespo, en la editorial Jus. Escribió durante 40 años sin apenas atención crítica. A cambio, se la incluyó en el selecto club de autores a los que se etiqueta como "escritores de escritores". Las etiquetas son losas difíciles de sortear. De su prosa se ha dicho que es "musical y cavilosa y agrega un brillo sofisticado a las verdades que investiga". El crítico Lynell George sostenía que su escritura estaba imbuida "de una resonancia inquietante. Es como un secreto accidentalmente derramado".

En 1997, Mujeres en la cama recibió numerosos premios, entre ellos el National Book Award y el Pen Faulkner. Uno de los jueces del Pen destacó que "desde la primera oración nos damos cuenta de que estamos a punto de experimentar una de las cosas que la gran literatura puede hacer y que es, como dijo Virginia Woolf, descubrir las realidades secretas". En su reseña para The New York Times Book Review, Tobin Harschaw destacaría que "es preciso esforzarse mucho para encontrar en estos relatos una sola frase que no tenga la perfección de una gema". Y sugería reunir en una colección "las últimas líneas de sus historias" para vender "cerca de las cajas registradoras" como "alternativa a esos triviales compendios" de las primeras frases de libros famosos.

Mujeres en la cama recibió numerosos premios, entre ellos el National Book Award y el Pen Faulkner

El relato que da título al libro, ambientado a finales de los año 60 en San Francisco, es la historia de la experiencia de tres actores y comediógrafos, Angela, Dan y Lew, que ejercen temporalmente de trabajadores sociales en un hospital, "ofreciendo su ingenio como un purificador del aire en aquella imponente fila de edificios de ladrillo desleído y cemento sucio". Dan tiene un máster en Ciencias Políticas y Ley una licenciatura en Artes Escénicas, mientras que Angela, una actriz de poca monta y pequeños papeles, y protagonista del relato, carece de titulación. "Di que la tienes: regálate un máster en Sociología y una diplomatura en Psicología. Imagínate que estás diciendo la verdad igual que cuando estás sobre el escenario", le proponen sus compañeros al comienzo.

El trabajo de Angela es recorrer el ala de mujeres para decirles a las que aparecen en su lista adónde tienen que ir, si a otro hospital, a centros de rehabilitación, a refugios o si más bien les espera la cama de sus casas, quieran o no. Meditando sobre esos destinos Angela establece conexiones imaginarias entre las vidas que comparten las pacientes, hasta formarse la teoría de que las mujeres "son inseparables de sus camas". La mitad de las mujeres del mundo "están ahora mismo en la cama, la suya o la de otro, ya sea de noche o de día, tanto si lo desean como si no", señala. El resto del libro es una apoteosis de esta idea, pues todos los relatos muestran en algún momento de sus vidas a los personajes, casi siempre mujeres, sobre sus camas.

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