Opinión

Modernidad líquida

TANTO SOCIEDAD como modernidad líquida hicieron fortuna en el lenguaje, y en los conceptos, de este tiempo. Se le deben al sociólogo Zygmunt Bauman, polaco que residía en el sur de Inglaterra, donde murió ayer [este lunes] a los 91 años. Fue premio Príncipe de Asturias. Sus opiniones en los medios o el lanzamiento de alguno de sus libros lo hicieron muy conocido. Hay mucha obra suya, atractiva hasta en los títulos, publicada en español. Hubo una modernidad sólida, que construía y hacía con objetivo de duración, de permanencia, incluidas las relaciones humanas. Hemos pasado a esta sociedad de la obsolescencia programada, que bien pudiera incluir también una economía líquida. Una sociedad en la que el poder se ejerce sobre la política y no al revés, como pide la lógica. De qué hablaba este sociólogo y filósofo: de "una serie de obsesiones demoníacas interconectadas, como vivir a crédito, la orgía consumista, la creciente brecha entre los ganadores y los derrotados, la nacionalización de las ganancias y la individualización de las pérdidas, el encogimiento de los rangos de los ganadores frente a la multiplicación de los perdedores y una globalización para los ricos que va aparejada con atar a los pobres al suelo". Así lo contaba en una de las múltiples entrevistas que concedió en los últimos años. 

Mejoran las ventas 

Durante los últimos treinta meses el comercio de Lugo ha ido incrementado el volumen de ventas. Las previsiones de estas navidades se cumplieron, con un crecimiento del 5 por ciento. Así lo explicó el presidente de la Federación de Comercio, que se mostró además optimista ante la actual campaña de rebajas. Esta línea positiva está lejos, según el presidente de la Federación, de retornar a los niveles anteriores a la crisis.

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