Opinión

Mili, ¿otra vez?

EL COMER y el rascar, todo es empezar. Desde que Macron anunció que va a recuperar el servicio militar obligatorio en Francia, otros países europeos, sobre todo nórdicos, expresaron su implicación con la idea. El propósito del presidente galo es "inculcar en sus compatriotas el sentido del deber, el principio de la cohesión social al abrigo de los símbolos patrióticos, la noción de la nación amenazada y hasta el desafío de defenderla". En España, sumida en un absurdo batiburrillo político que frena cualquier consenso, es impensable que el sentimiento castrense cuaje, y seguramente un sondeo al respecto lo rechazaría, bien por juicios ideopartidistas o por la apatía del desconocimiento. Entre quienes pasamos por el trance de la mili, abundan más los buenos recuerdos que los malos, y si para algunos el lapso militar supuso un frenazo por estudios o trabajo, para la mayoría representó una oportunidad de asomarse a un mundo que, de otra manera, jamás conocerían. Ahora, visto lo visto, se admite lo provechoso que sería para redimir el pasotismo e indisciplina de potenciales díscolos, a los que sin duda la subordinación cuartelera enmendaría su conducta.

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