Situación: separada, 23 años y cuatro hijos

A Milagrosa pone en marcha un plan de ayuda destinado a madres solas

Una docena de mujeres se benefician de este programa, que se nutrirá de la recaudación de un lampadario en la iglesia
Una mujer enciende el lampadario para dejar una ayuda.
photo_camera Una mujer enciende el lampadario para dejar una ayuda.

Estefanía, Fátima y Naima son algunas de las madres solas con hijas que acuden, semanalmente, a la iglesia de A Milagrosa para poder sobrellevar los gastos del mes con la única pensión del Risga o por violencia doméstica que cobran. Ellas y otras más, hasta formar una docena, serán las primeras beneficiarias de un programa puesto en marcha por la parroquia para tratar de combatir la vulnerabilidad a la que están sometidas tanto las madres como los niños, derivada de su situación económica. Para ello, la parroquia instaló el lampadario del Santo Ángel de la Guarda Viajero, en una de las alas de la iglesia, en el que, todo el que quiera, puede hacer su donativo y contribuir a la causa.

"O lampadario foi cedido, hai dous meses, pola tenda de artículos relixiosos Martínez, que tamén fixo un vídeo alusivo á maternidade. Desde aquela, estamos recadando diñeiro para apoiar ás mulleres soas con esta iniciativa. Especialmente, mentres que non conseguen axudas da Administración xa que moitas veces o proceso é lento e incluso hai moitas trabas administrativas para obtelas", explica Jesús Salvador, administrativo de la parroquia y voluntario.

El programa de ayuda está abierto a madres solteras, separadas y víctimas de la violencia doméstica. En todo caso, mujeres con hijos que se tienen que enfrentar solas a la vida.

"Los servicios sociales públicos no son suficientes, fundamentalmente porque necesitarían que las administraciones destinasen más recursos", indica el párroco de A Milagrosa, Xosé Antón Ferreiro Varela, quien añade, por otra parte, que "no siempre esta ayuda puede cubrir todas las necesidades que tienen las personas".

La parroquia trabaja en colaboración con la asociación Si Hai Saída y con los servicios sociales públicos y de Cáritas

A través de este programa, la parroquia de A Milagrosa intenta ofrecer diverso tipo de ayuda material a las mujeres solas como, por ejemplo, dinero, alimentos, ropa o material escolar.

Por otra parte, la parroquia también colabora con los servicios sociales públicos y de Cáritas Diocesana y con la asociación contra la violencia de género Si Hai Saída para ofrecer asesoramiento e información a estas mujeres.

CASO. Fátima (nombre falso) tiene dos niñas de 1 y 3 años y está separada de su marido, tras sufrir violencia de género. Esta mujer musulmana encara la vida en solitario, con sus dos hijas y una pensión que cobra por ser víctima de violencia doméstica y que alcanza los 426 euros mensuales durante un periodo de once meses.

"Trabajé de cocinera pero ahora me es muy difícil encontrar un empleo porque tendría que ser en las horas en las que las niñas tienen colegio pues no tendría con quién dejarlas. Y eso es complicado porque, en la mayoría de los restaurantes, te quieren por la mañana y por la noche", afirma.

SUSTENTO. Naima –nombre ficticio para salvaguardar su intimidad– no es católica. Es musulmana. Sin embargo, acude a la iglesia de A Milagrosa con cierta regularidad para recibir esa ayuda económica y alimentaria que necesita y que le permite a ella y a su hija afrontar el día a día tras haberse separado de su pareja en un caso de malos tratos.

"Cobro una pensión de la Risga, de 473 euros, pero me llega para poco. El padre no ayuda en nada a pagar los gastos de la niña y con ese dinero poco se puede hacer. Hubo un tiempo en que trabajé haciendo limpieza en varios bares, pero ahora ya no encuentro trabajo porque, al estar sola, tiene que ser durante el horario escolar y es más difícil", comenta.

Naima y su amiga Fátima –ambas separadas, musulmanas y víctimas de violencia doméstica– reconocen que sobreviven ellas y sus hijas gracias a la ayuda que les dan en la iglesia católica. "Si no fuese por esa ayuda, no tendríamos nada", reconoce Naima.

A su lado, Fátima –que no lleva pañuelo– asiente y añade: "En la mezquita, no te ayudan en estas cosas. Es más, trato de no andar con mujeres de mi país porque todavía no entienden por qué te separas si tu marido te pega. Muchas de ellas piensan que hay que aguantar y yo digo que no. Yo era peluquera en Marruecos y aquí, antes de que viniese mi marido, también trabajaba. Sin embargo, desde que me casé no podía ni salir ni trabajar. Me quería solo en casa y para él".