Miguel Fernández: "Abadín tiene una riqueza en cavidades bastante importante y muy poco conocida"

El vilalbés Miguel Fernández preside el club de montañismo Lucus Augusti, una entidad fundada hace 18 años y que suma cerca de una veintena socios que comparten su pasión por la espeleología, la misma que los ha llevado a organizar el LII Campamento Galego de Espeleoloxía en Abadín. Los también vilalbeses Maribel Canto (tesorera), José Luis Cendán (secretario) y Puri Muñoz (vocal) completan la directiva de la entidad y colaboran activamente en la organización de esta cita, para la que agradecen especialmente la colaboración del alcalde de Abadín, José María López Rancaño, y la del fundador de la Federación Galega de Espeleoloxía, Manolo Díaz.
 
Miguel Fernández Otero, en una cueva. EP
photo_camera Miguel Fernández Otero, en una cueva. EP

¿En qué va a consistir el campamento?

Nos juntaremos todos en Abadín para dar a conocer las cuevas de este municipio y de Mondoñedo. Serán dos días centrados en la espeleología en los que se reunirá gente llegada de toda Galicia, y también algunos de fuera, para compartir experiencias.

¿Qué cuevas tienen previsto visitar durante el fin de semana?

En Abadín iremos a la Cova de Santos, también conocida como Cova da Meiga, que es una de las más importantes, y también a las de Pena Paleira y Surgencia do Río Muras. En Mondoñedo, donde hay muchas, seleccionamos las de Arcos, Lobos, Caracois, Capela, Senar y Rei Cintolo, la más conocida, para ejemplificar lo que se puede encontrar.

¿En qué consisten las visitas?

Son una forma de juntarnos todos y hacer una actividad que todos conocemos y después depende del interés de cada uno, porque hay espeleólogos que disfrutan de la parte más deportiva y otros más orientados a la biología, que pueden encontrar especies endémicas. Hay muchos perfiles.

Nos juntaremos todos en Abadín para dar a conocer las cuevas de este municipio y de Mondoñedo

¿Qué participación prevén?

Esperamos que asistan unos 40 espeleólogos. Para participar se les exige que estén federados.

¿Por qué se eligió Abadín?

Porque tiene una riqueza en cavidades bastante importante y muy poco conocida, y por la colaboración del Concello de Abadín, que puso a nuestra disposición todo lo necesario. Además, es una forma de descentralizar las actividades, porque en Mondoñedo se promueven muchas propuestas de este tipo.

Y de forma complementaria, organizan una exposición.

Si, ya está abierta en el nuevo consistorio de Abadín O Camiño por dentro, una exposición itinerante que se podrá visitar hasta el 18 de octubre. Es una muestra que busca dar a conocer lo que es la espeleología y las cuevas que existen, para que el público vea que hay más cosas en el Camino de Santiago, que hay todo un mundo subterráneo que también es muy bonito. Pretendemos que la gente conozca la riqueza del subsuelo de Galicia a través de estas fotos, de la federación y del club.

La primera vez que entré en una cueva me quedé alucinado, la sensación de psiar donde a lo mejor nadie pisó nunca es increíble

Además de la organización de este campamento, ¿qué otras actividades promueve el club?

Hacemos muchas cosas, organizamos prácticamente algo todos los fines de semana y se suman los que pueden. Además de las visitas espeleológicas, hacemos kayak, barranquismo, vías ferratas o buceo, y estamos empezando con el ‘mushing’. Hacemos cosas en Galicia, pero también vamos a los Picos de Europa, a Cantabria, Asturias, León...

¿Qué los llevó a fundar el club Lucus Augusti?

Cuando se creó, hace 18 años, no había ningún otro club cerca y preferimos crearlo a sumarnos a otro que estuviese lejos. Y de nuestro club tengo que destacar su carácter integrador, al contar con varias personas sordas.

¿Cuál es la sensación la primera vez que se entra en una cueva?

¡Buah! ¡Flipante! Hay quien dice que tiene miedo, pero yo me quedé alucinado. La sensación de pisar donde a lo mejor nadie pisó nunca es increíble. Queda ahí tu huella, como la del hombre en la luna.

Para quien no conozca este mundo, ¿por qué engancha?

Tienes que vivirlo, y entonces te das cuenta, lo sabes. Hay que probar, porque o dices «no, esto no es para mí», o te engancha, tienes ganas de más, sobre todo si te gusta la naturaleza y la montaña. Esto es otro mundo, y una cosa siempre te lleva a la otra. La gente tiene una idea equivocada de lo que es una cueva.

El riesgo es controlado. Hay unas 10.000 licencias en España y solo unos cuatro o cinco rescates al año

Hace unos meses, todo el país estuvo pendiente del rescate de tres espeleólogas en Cantabria, ¿se puede considerar una práctica peligrosa?

Se cree que nuestro deporte es de riesgo, pero yo creo que no es así, que el riesgo es controlado, porque la gente que hacemos esto tenemos que estar preparados, saber perfectamente lo que estamos haciendo. Además, pagamos un seguro para cubrir este tipo de incidentes. Si alguien que no lo está se lanza a la aventura, crea una imagen errónea de lo que realmente es este mundo, sobre el que, en general, hay poco conocimiento. El caso de Cueto-Convetosa tuvo mucha difusión, se hizo mucho eco, pero lo cierto es que en espeleología hay unas 10.000 licencias en España y solo hay unos cuatro o cinco rescates al año, una cifra ínfima, sobre todo si se compara con el número de personas que se van a la montaña y se pierden por desconocimiento, por falta de preparación y por no ser responsables.

¿Qué consejo le daría a quien quiera iniciarse en la espeleología?

Que se saquen la licencia y participen, poco a poco. Tienen que empezar con prácticas y formación, aprender cosas básicas, como ponerse un arnés o atar una cuerda, y empezar en cuevas de acceso fácil, para ver cómo va la cosa y después ir incrementado el nivel, porque vas queriendo más.

De cerca: "En una cueva te da igual la hora o si es de día o de noche"
¿De dónde le viene su gusto por la espeleología?
Desde que era pequeño. Cuando estaba en el pueblo, con mis abuelos, siempre estaba entre las rocas, con la curiosidad de ver qué había por ahí perdido. Después, en Lugo, en un curso de multiaventura, fuimos a una cueva y ahí empezó todo.
¿Cuál es su cueva favorita?
La Travesía de Sil de Perlas-Valporquero, en León, y Coventosa, en Cantabria. Son impresionantes.
¿Y esa en la que le gustaría entrar pero que aún no lo ha hecho?
La Travesía del Cueto-Coventosa, es como el Himalaya de la espeleología. Que se sepa, hay como 110 cavidades en el mundo que superan el kilómetro de profundidad y de ellas, unas 20 están en España.
¿Un momento que no olvidará?
Siempre, cuando entras en una cueva, te da igual la hora, si es de día o de noche y el tiempo pasa rapidísimo. Tienes la sensación de que han pasado dos horas y suelen ser muchas más.
¿Ha tenido algún susto?
Una vez, en una travesía en cueva de diez horas, sobre la mitad, con una bajada de 60 metros verticales, a un compañero no sabemos qué le pasó, pero empezó a ponerse nervioso y se quedó completamente paralizado, bloqueado, así que le pegué un bofetón para hacerle reaccionar. Y funcionó, continuamos como si no hubiese pasado nada y cuando terminamos, él quería repetir.
¿Un espeleólogo de referencia?
El primer presidente de la Federeación Galega de Espeleoloxía, Manuel Díaz Prieto, ‘Manolo’. Él fue el que empezó la federación cuando esto era muy poco conocido, promovió la formación, lo difundió, enseñó a casi todos y es al que le debemos todo lo hoy tenemos. La gente le tiene mucho respeto.
¿Cuáles son los elementos imprescindibles de un espeleólogo?
Lo principal es la cabeza y la voluntad. Y siempre hay que llevar casco, luz y pilas de repuesto. Además, nunca se va solo y siempre tienes que tener a alguien fuera avisado de dónde vas a estar. 

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