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Miedo a la calle

Lara Méndez aparca la polémica ordenanza cívica ante el auge de la contestación que tenía

A MANUEL FRAGA se le recuerda más allá de Pedrafita con aquella mítica frase de «la calles es mía», que se le atribuye que dijo durante su etapa como ministro de Gobernación cuando prohibió las manifestaciones que se iban a convocar con motivo del Primero de Mayo de 1976. Por supuesto, ni Fraga fue capaz de controlar la calle entonces ni tampoco ninguno de los ministros que le sucedieron.

La calle en España ha sido durante cuarenta años de democracia un termómetro político y si las primeras huelgas generales, convocadas entre otros por el sindicato socialista UGT, fueron el primer síntoma del declive del felipismo, a los gobiernos del PP en Galicia y España de la década pasada los acabó desalojando esa misma calle que había salido a protestar contra el Prestige o la Guerra de Irak.

En la historia más reciente de este país, de nuevo la calle, tanto con el movimiento de los indignados surgido un 15-M o con el castigo que la crisis infringió a la clase media, rompió la dinámica bipartidista con el auge de nuevos actores políticos, mientras en Cataluña el independentismo también usó las protestas callejeras para dotar de argumentos a sus reivindicaciones.

Lugo no es que sea una ciudad muy dada a concentraciones masivas, aunque los lucenses sí suelen responder a las llamadas reivindicativas justificadas y solo hay que ver a los jubilados que desde hace meses se Miedo a la calle concentran periódicamente para reclamar unas pensiones justas.

La política municipal en cambio no suele dar pie a la movilización, sobre todo porque desde 2007 ningún partido ostenta mayoría absoluta en la corporación y todo hay que consensuarlo, aunque algunas actuaciones salidas del Concello, como la aprobación de la polémica urbanización de O Garañón, también acabaron paralizadas por la acción de quienes salieron a calle a protestar.

Durante el último mandato, el gobierno que lidera Lara Méndez no ha tenido que afrontar contestación en la calle, que estaba más ocupada por la situación en España, aunque la atrevida propuesta lanzada hace unos meses para tratar de aprobar una ordenanza de civismo que sirviese para combatir tanto a gorrillas, manteros o vándalos como a ruidosos, sucios o indecentes, acabó por crearle un problema a una regidora que, aunque necesitada de popularidad entre el vecindario, no quiere renunciar a sus ideales socialistas.

Ese error de cálculo fue además aprovechado por el resto de fuerzas de izquierda para ayudar a promover un movimiento surgido contra las "mordazas" y que acabó por tomar esa calle que, desde la muerte del dictador, ya no es de nadie. Cuentacuentos protesta, recogidas de firmas, murales reivindicativos y una gran actividad en las redes sociales fueron el preludio de una concurrida manifestación que acabó por poner nerviosa a una alcaldesa que esta semana decidió enterrar la polémica y dejar libre la calle, porque en unos meses hay elecciones y no vaya a ser que...

Soterrar la N-VI

Ciudadanos insiste en que el soterramiento de la N-VI frente al Pazo de Feiras y el estadio Anxo Carro es la mejor opción para eliminar la actuar barrera viaria y conectar la ciudad con el río Miño. Recuerda que esta circunvalación registra unos 27.500 vehículos diarios, por lo que quiere que el Concello inste al Ministerio de Fomento a estudiar esta alternativa y que se aparque la construcción de una pasarela peatonal.

Un rodeo para peregrinos

Los peregrinos que recorren el Camino Primitivo se ven obligados a dar un pequeño rodeo para cruzar la Ronda do Carme por un paso de peatones. Aunque a los caminantes tampoco les duele dar unos pasos de más, la Xunta ofreció al Concello financiar la creación de un nuevo paso en esa avenida, pero al gobierno local parece que no le interesó mucho la propuesta, porque instó a la administración autonómica a pedir licencia.

Un servicio que hace aguas

Los peregrinos que recorren el Camino Primitivo se ven obligados a dar un pequeño rodeo para cruzar la Ronda do Carme por un paso de peatones. Aunque a los caminantes tampoco les duele dar unos pasos de más, la Xunta ofreció al Concello financiar la creación de un nuevo paso en esa avenida, pero al gobierno local parece que no le interesó mucho la propuesta, porque instó a la administración autonómica a pedir licencia.

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