Opinión

Michelines

 

SIEMPRE HA sido Lugo tierra de buen comer, sobre todo por su inigualable materia prima, sus carnes y embutidos, su caza, sus pescados, sus quesos, su pan, sus patatas, sus fabas (de Lourenzá) y castañas, sus grelos... Y de buen beber, por sus prestigiosos vinos y aguardientes. Por eso sigue tan vigente el eslogan "...y para comer, Lugo", que con tan buen tino ideó Alfredo Sánchez Carro en los años setenta. Y precisamente por ello, sorprende también que sea la de Lugo la única provincia gallega sin ninguna estrella Michelín. Pontevedra con cinco, A Coruña con cuatro y Ourense con una suman la decena de restaurantes con tal exclusiva distinción.

Es más que probable que a la hora de sentarse a una buena mesa no signifique nada para el buen criterio del comensal; el márquetin y la propaganda no siempre se corresponde con un precepto de calidad inamovible. La diferencia suele significarse sobre todo en el precio del menú. Así y todo, si las valoraciones se hacen, como se dice, con rigor y desde el anonimato, hace pensar que algo falla en los establecimientos lucenses examinados. Es probable que el no aprobado no sea siempre por culpa del menú.

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