Memorial de infamias en Paradela

paradela fue el ayuntamiento gallego, junto con Tui, que permaneció más tiempo fiel a la legalidad republicana. El Ejército, apoyado por elementos falangistas, no tomó el municipio hasta el 29 de julio de 1936. El testimonio de aquellos días convulsos y de la represión posterior quedó reflejado en un diario escrito en el reverso de unas papeletas electorales. El texto no está firmado, pero el minucioso conocimiento de los hechos y el tipo de escritura apuntan a que su autor fue un edil de Izquierda Republicana.

Gentes de Paradela, Sarria y de varias parroquias de Escairón reunieron «las pequeñas armas» que poseían o requisaron para acudir a la capital, tras el llamamiento del gobernador civil, Ramón García Núñez. En este grupo destacaba el comité republicano de Castro de Rei de Lemos, que con 1.500 habitantes era por entonces la parroquia paradelense más importante. Parte de los movilizados de Castro se quedaron en Sarria, por petición del alcalde, Antonio Páramo Sánchez. El resto siguió en la caravana de coches y camiones hacia Lugo. El gobernador cayó prisionero de los golpistas, que se apostaron en lugares estratégicos de la ciudad, por lo que se avisó a los republicanos del «grave peligro que corrían si no abandonaban la capital, al carecer de armas propias de guerra, municiones y dirección».

Varias personas perdieron la vida por los disparos de los soldados durante la retirada. La expedición también fue tiroteada al pasar por poblaciones con cuarteles de la Guardia Civil, como sucedió en A Pobra de San Xiao, donde «murió un vecino de Sober y hubo varios heridos». Otros «cruzaron el río Miño a nado para salir de Lugo», narra el escrito. Así lo confirma un anciano paradelense de 93 años, que tenía 19 cuando vivió aquellos confusos momentos.

El alcalde de Sarria, ante la noticia de que el Ejército, Falange y Guardia Civil se dirigían a la localidad, avisó a sus correligionarios de que se «salvara el que pudiera, ya que con escopetas y pistolas era imposible defenderse de los máuseres y ametralladoras». Hacia las diez de la noche, Páramo se encontraba en su casa de San Lázaro, en compañía del presidente del comité de Castro de Rei, Julio López González, y otros compañeros. Dos guardias municipales se apostaron en la puerta para evitar atentados. A esa hora se presentaron otros dos agentes para pedirle al regidor que les acompañase a «un asunto que le convenía». López González le advirtió: «Antoniñito, no salgas, que te quieren matar». Los agentes recién llegados, junto con otras personas armadas, «se resguardaron en unos árboles para disparar a los que estaban en la casa». El regidor salió por una ventana de la parte posterior del edificio y pernoctó en una vivienda de Vilamaior.

Un grupo republicanos, entre ellos Sánchez Páramo y el alcalde paradelense, José López Armesto, se concentraron en Castro de Rei en espera de novedades. La tensa calma duró hasta la mañana del día 29, cuando la detonación efectuada por la gente que estaba de guardia en el alto de la Pena Veitureira avisó de la llegada de convoyes con militares y falangistas por las carreteras de Sarria a Vilamaior y de Rubián. No quedó un hombre en el pueblo, escaparon.

El destacamento disparaba contra los matorrales, por si había personas escondidas, y desvalijó varias viviendas, entre ellas la casona propiedad del médico municipal, Julio González Teijeiro, que vivía en Lugo. «Después de llevar lo que les dio la gana, destrozaron la casa y muebles, loza y batería de cocina» ante los aterrorizados caseros. El domicilio y el comercio del alcalde tampoco se libraron del saqueo. «Después de beber, se pusieron a tiros con los envases y vertieron el líquido por el suelo. Mataron y asaron una docena de gallinas. Tanto en esta casa como en la del señor Teijeiro se llevaron hasta las ropas de las camas», indica el relato. Las fechorías siguieron en otras viviendas, «donde robaron lacones y chorizos». Entre los falangistas que participaron en el asalto se encontraban tres vecinos del municipio. La orgía de alcohol y violencia llegó a tal extremo que los facciosos mataron a un compañero de la Falange durante el registro del domicilio de Camilo Arias González, de la que se llevaron joyas de oro y dinero.

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Asesinatos
Los asaltantes se marcharon resentidos por «no hacer bajas» y por el accidente de un camión en una «zanja oculta» en la carretera de Castro. Los
republicanos no tenían «noticia de nada, tan sólo de las proclamas facciosas vociferando que casi todo el país estaba con ellos».

Poco a poco se confirmaron los peores presagios. «Empezaron a verse por los caminos escuadras de fascistas que buscaban a los republicanos en sus casas». El 3 de agosto se presentaron varios coches en el campo de la feria. Los falangistas dispararon al aire para atemorizar a la gente. Las requisas de animales, alimentos y centeno eran una constante, «como la recogida de donativos para el frente, pero el frente eran ellos».

El primer asesinato aconteció el 10 de agosto. La ‘escuadra negra’ de Bóveda, «después de recorrer varios pueblos sin capturar a nadie, se llevaron en el lugar de Espiño al republicano Alejandro López. Al bajar el monte de los Casrrascales, en Teilán, «le cruzaron el pecho a tiros». Días después fue asesinado Manuel de Zapateiro, de Bade. Su cadáver fue hallado en Barán. La quema de montes y cultivos era habitual. Otro asesinato brutal fue el de Perico de Caraba. «Hubo quien lo sintió gritar de Pacios y otros pueblos, que daba desconsuelo lo que hicieron con él antes de fusilarlo». De regreso a su cuartel, los criminales no dudaron en comentarle al cocinero: «Un lacón máis ao pote, que xa hai outro porco morto».

Los alcaldes de Sarria y Paradela y el presidente del comité republicano paradelense eran perseguidos sin descanso y pusieron precio a su cabeza en 3.000 y 1.000 pesetas. Tampoco se libró de la persecución el concejal y tesorero municipal, Manuel Vázquez López, al que registraron su casa de Vilachá, de donde se llevaron 300 pesetas, una botonadura de oro y una cadena de reloj de oro. La intención de los facciosos era apropiarse de fondos municipales. El depositario se presentó dos meses después ante el alcalde y rindió cuentas, después de que los «fascistas no saliesen de su casa a todas horas». Le amenazaron con encarcelarlo y fusilarlo por irregularidades. El primer oficial del Ayuntamiento de Sarria, «hombre honrado», certificó que todo cuadraba al céntimo.

El alcalde

  • José López Armesto, un emigrante de talante moderado. José López Armesto, alcalde de Paradela desde 1933, era moderado y dialogante. Nacido en 1903, marchó muy joven a Cuba y a Nueva York, donde trabajó en un hotel y en la firma de ascensores Otis. Allí le aguardaba un buen porvenir, pero en un viaje a Paradela decidió casarse e instaló un comercio. Falleció en el año 1983, al ser atropellado en Monforte, donde montó un ultramarinos.
  • Elecciones. López Armesto fue elegido alcalde en abril de 1933, con el Partido Republicano Galego, que logró once ediles por tres de los socialistas. Fue reelegido en 1936, por Izquierda Republicana. Tras el alzamiento se escondió junto al alcalde de Sarria en Reiriz, O Saviñao. Una persona que escapó con ellos les delató, pero desconfiaron y marcharon antes de que los prendiesen. Al acabar la guerra se entregó y lo encarcelaron.
  • Su hermano Elías. Dos hermanos de López Armesto, Elías y Hermenegildo, que era carabinero en Cataluña, fueron perseguidos. Elías se incorporó a la guerrilla del PCE y murió en 1949, junto a otros dos escapados en Teilán (Bóveda), por los disparos de un infiltrado. Huyó herido. Las autoridades llamaron a José para que identificase unos huesos. La dentadura parecía de Elías, pero a su hermano siempre le quedó la duda de la identidad del cadáver. Elías estaba relacionado con José Castro, O Piloto, que fue a su funeral disfrazado con un traje y maletín.

El líder socialista

  • José Dosío y otros 14 vecinos fueron fusilados en Lugo. El concejal socialista José Ramón Dosío López fue detenido en la noche del 20 de julio, con otros compañeros, cuando comía en una taberna a su regreso de Lugo y Sarria. «Allí les sorprendió la Guardia Civil de Portomarín y les llevó a la cárcel de Sarria», señala el manuscrito de O Saviñao. Dosío y otros 14 vecinos fueron acusados en sendos consejos de guerra de requisar armas el 18 y 19 de julio, de desplazarse a Lugo el 20 para defender el Gobierno Civil y del incendio de la rectoral de Castro. Esta última acusación fue un falso testimonio, dice el escrito, redactado en el verano de 1936, antes de los juicios. Un vecino provocó el fuego junto a tres secuaces con la intención de robar. El grupo de republicanos permanecía en el exterior del recinto del templo.
  • Víctimas. Dosío fue fusilado el 29 de julio de 1937 tras un consejo de guerra militar, a los 36 años, junto a Juan Abella Armesto (28 años), Avelino Rodríguez López (23 años), Daniel Pérez López (35 años), José López López (44 años) y Marcelino López (23 años). También por sentencia militar fueron fusilados el 11 de octubre Manuel Díaz Díaz (19 años), Valentín López García (60 años), Benigno López López (29 años), Ramiro Rodríguez Gutiérrez (45 años), José López Yáñez (54 años), Manuel Pérez González (19 años), Pedro Rodríguez Rodríguez (39 años) y Manuel López Rodríguez (60 años). Orencio López fue pasado por las armas el 21 de ese mes.

 

«A seis xa os deixamos tirados como porcos»

«Todo eran lamentos y luto», explica el autor del escrito. En la relación de vecinos asesinados figura el nombre de Manuel López, padre de Julio López González. Era un hombre pacífico. Le llevaron en presencia de sus hijas y le dejaron «desangrándose en el medio del monte tras dispararle varias veces». El escrito narra también la muerte de Dositeo Pérez Fernández por la ‘banda negra’ de Monforte, en la que iba un antiguo amigo suyo. Este sujeto le dijo días antes a un vecino: «Mira, o teu sogro é gordo, pero seis máis gordos xa os deixamos tirados coma seis porcos na estrada, e aínda tiñan ben cartos. Eramos catro e tocounos a 23 pesos e unha peseta, tres reloxos e algúns botóns de ouro». La avaricia y el salvajismo se mezclaban en los penosos incidentes que recoge este memorial de infamias.

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