Opinión

Maternidad y política

En su carta de despedida a los medios ‘afines’, tan afines que han estado y siguen estando al servicio de la patulea independentista, la llorosa Marta Rovira, la que dijo que "lucharía siempre, que nunca se rendiría" según sus palabras con ocasión de la llamada a declarar de Oriol Junqueras y otros, también la nieta del alcalde de Sant Pere de Torelló en el régimen del general Franco, con independencia y al margen de sus consideraciones políticas, que darían de sí lo suyo, dedica un párrafo a su maternidad en el que he reparado, y me ha sorprendido más desagradablemente que el resto de su quejosa misiva.

Dice en el texto sobre el que llamo la atención: "Tengo una hija, Agnès. Las madres saben cómo la quiero. Y cómo de fuerte es el sentimiento de darle todo lo que le pueda dar. El exilio me permitirá hacerle de madre, y se lo merece. Mucho".

Y lo que escribe, no sé con qué intención me ha impresionado, porque si lo que dice se contextualiza, el resultado es que si esta ciudadana siguiera en su activismo político, si no fuera al exilio, la realidad, a sensu contario no le permitiría hacer de madre, por mucho que la pequeña Agnès se lo mereciera. Hay que pensar que el merecimiento del amor maternal de esta chiquilla no puede estar al albur de los exilios de su madre.

Me dirán que igual se ha expresado mal. Y estoy dispuesto a admitirlo dialécticamente, pero, lo que para mí queda claro, es que no parece que el amor maternal sea absolutamente su prioridad. En sus palabras, ¿es que hasta ahora no le hacía de madre?

Recuerdo que hace años un veterano e ilustre cirujano me decía que era agnóstico, y que había visto morir a muchas personas a lo largo de su ya dilatada carrera profesional. La mayoría en el momento del tránsito invocaba a su madre. Y añadió, "no creo en Dios, pero si existe, lo más parecido a Dios que el hombre conoce es la madre".

Yo, si me lo permiten, suscribo la última apreciación del médico, y estoy seguro de que la maternidad es más grande, y por lo dicho, hasta más divina que la política.

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