Mamas y papas

En su día conocí en Roma al periodista del ABC Juan Vicente Boo, quien trabajaba en Nueva York hasta que le dijeron que tenía que salir pitando para el Vaticano, pues el Papa Juan Pablo II estaba en las últimas y necesitaban a alguien con experiencia en el asunto para cubrir el óbito

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Lunes. Ya no sabes si media España está emporrada o es tabaco de liar.

Miércoles. El otro día traté de hacerle una pregunta a un quiosquero de la Puerta del Sol. Infructuosamente. "A vosotros, como al Coleta, bacalao en el desierto". Y, dirigiéndose a un cliente, añadió: "Estos son los guarros que jodieron la plaza con el 15-M".

Viernes. Es inimaginable que TVE llamase al programa de variedades nocturno de José Luis Moreno Ira o Eta. Pues en la TVG Gayoso presenta Luar (Liga de Unidade e Acçao Revolucionária).

Martes. Hay una ley no escrita en el periodismo: los corresponsales extranjeros deben cambiar de ciudad cada cinco años —es un decir— para que su ojo no se acostumbre, o sea, para que no se vicie o no pierda su capacidad de sorpresa. En su día conocí en Roma al periodista del ABC Juan Vicente Boo (A Pobra do Caramiñal, 1954), quien trabajaba en Nueva York hasta que le dijeron que tenía que salir pitando para el Vaticano, pues el Papa Juan Pablo II estaba en las últimas y necesitaban a alguien con experiencia en el asunto para cubrir el óbito. Corría el año 1998 y Wojtyła no moriría hasta 2005. Antes de la guerra, César González-Ruano aceptó la corresponsalía del diario madrileño en la capital italiana porque, aunque "teóricamente nunca había tenido demasiada vocación [...], en aquella época, y en la tradición del ABC, los corresponsales en Roma habían tenido siempre una misión más literaria que estrictamente periodística y mis antecesores más señalados suponían para mí una confianza y al mismo tiempo un estímulo".

Lo cuenta en Memorias: mi medio siglo se confiesa a medias (Renacimiento), donde explica que sus señalados antecesores eran Rafael Sánchez Mazas y Eugenio Montes. El primero acuñó el ¡Arriba España! y ambos se contaron entre los fundadores de Falange Española. Montes nació en Vigo, aunque su familia pronto se mudaría a Bande. Publicó poemas en la revista Nós y escribió tres libros en gallego,entre ellos Estética da muiñeira.

Ruano frecuentó en Roma a Alfonso XIII, que fumaba como un carretero: "Ni inglés ni americano ni negro, sino egipcios Kedive". También conoció al infante Don Juan, padre de Juan Carlos y abuelo de Felipe, el de Letizia —me explico, por si hubiese algún millennial tardío al otro lado—. "Quien más lo estimaba en Italia era Mussolini, y no creo que simpatizara mucho con los reyes de Italia". Los reyes italianos, pienso yo, siempre han sido los Agnelli: una monarquía republicana y de sangre roja, como la Ferrari.

En fin, que Ruano también conoció al Papa Pío XI, pero "una desdichada inoportunidad" le provocó un mareo y le fastidió la audiencia. "Y lo pasé mal, dándome cuenta escasa de la emoción que sin duda tenía aquella entrevista breve, pero cargada de difícil protocolo y de un fabuloso ambiente preparatorio". Por cierto, han pasado casi veinte años y Juan Vicente Boo sigue en la Ciudad Eterna. Conclusión: no hagan caso a leyes no escritas y tampoco se fíen de la gente que está a punto de morirse, porque luego pasa lo que pasa. Entre otras cosas, los años.

Jueves. Me he confundido de bus y he aparecido en la otra punta de la ciudad. Una sensación maravillosa.

Lunes. Joder, no sabía que Mengele se ahogó tras sufrir un infarto cerebral en la playa de Bertioga, donde treinta años después yo también me daría un baño.

Miércoles. Sus rostros no ocupan el cartel de las películas, ni las portadas de las revistas. Los títulos de crédito no sólo los relegan, sino que también achican su nombre. Sin embargo, los secundarios son el andamiaje del cine: actores y actrices que apuntalan la fachada del séptimo arte. Su labor en una película puede resultar ingrata, incluso muda.

Arropan a las estrellas del mismo modo que los gregarios llevan en volandas a sus líderes hasta las cumbres del ciclismo. Son defensas correosos, laterales derechos, porteros tragabolas, aunque a veces marcan un gol y todos los ojos se dirigen a ellos. O sea, su interpretación se come a los protagonistas, pero ésa es otra historia.

Berta Ojea siempre ha estado ahí, en los arrabales del celuloide, que es donde empieza la ciudad. Feminista desde su adolescencia, pronto fue consciente de que en la pantalla las mujeres todavía son más secundarias. Por eso decidió embarcarse en la secretaría de Igualdad de la Unión de Actores y Actrices, donde trata de combatir las tres brechas de la mujer en el cine: laboral, salarial y por edad. Resulta que cumples años y ya no te quieren. O sea, cuantas más velas en la tarta, menos llamadas de teléfono. El cine español es un cine de cachondas y abuelas.

Sábado. Hay un partido en España que parece la plantilla de una clínica privada. Mejor dicho, los protagonistas de las fotos de ‘stock’ que usan en sus publicidades las clínicas privadas.

Martes. Esto no es un chiste, sino la pregunta de un examen de tercero de la Eso y la prodigiosa respuesta de un alumno de la periferia madrileña:

—¿Qué es la placenta?
—El órgano que da placer a la mujer.

Jueves. Sobre el folio, no me gusta repetir palabras, pero cuando hablo no hago más que repetirme.

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