Dos madres lucenses luchan contra una compañía por la salud de sus hijos

Inician una campaña para que les sirva sensores para controlar la glucosa a niños diabéticos

Un control de glucosa con el dispositivo que motiva quejas de madres lucenses. VICTORIA RODRÍGUEZ
photo_camera Un control de glucosa con el dispositivo que motiva quejas de madres lucenses. VICTORIA RODRÍGUEZ

Dos madres lucenses están en pie de guerra contra una multinacional farmacéutica con el fin de que les suministre los sensores con los que controlan la glucosa de sus hijos, que padecen diabetes tipo 1.

Paula Medraño, con un niño de 13 años que es diabético desde hace dos años y medio, y María Celia González, que tiene un hijo de 10 al que diagnosticaron esta enfermedad hace tres años y medio, emprendieron el pasado jueves una campaña en la plataforma change.org contra la compañía Abbott Laboratories. En menos de 24 horas ya superaban las 300 firmas de apoyo.

La falta de suministro de sensores, que están sufriendo en las últimas semanas, incide en "un mal control" de la enfermedad. "Es terrible. Es un problema de salud. Pasamos noches sin dormir. Los niños se tienen que pinchar continuamente en los dedos al no tenerlos...", detalla María Celia González.

Estas madres lucenses consideran que a la farmacéutica "no le interesan" estos pedidos individuales desde que "el sistema nacional de salud es su principal cliente"

Este sistema de medición continua es una alternativa al glucómetro tradicional. Facilita el control de los niveles de glucosa en sangre de los diabéticos, según cuentan las afectadas.

El sensor se aplica en la parte posterior del brazo, debajo de la piel, y se comprueba la medición con un lector, sin incordiar al paciente, sobre todo en el caso de niños pequeños. Además del valor en ese momento, muestra la curva de las últimas ocho horas, una ventaja sobre los otros sistemas.

Si no sufren altibajos, es recomendable que los pacientes se hagan controles al menos una vez cada tres horas. De lo contrario se tienen que repetir con más frecuencia.

RETRASOS. Cada sensor tiene una vida de 14 días y cuesta 60 euros —más cinco de gastos de envío—. Paula Medraño realizó su último pedido el pasado 3 de marzo. Desde entonces, pese a que ya pagó, la multinacional, con la que ha contactado en varias ocasiones, le está "dando largas" para no mandárselo y "pasa olímpicamente ", según afirma. Antes los recibían "en cinco o seis días".

Fue entonces, con la colaboración de María Celia González, que también está sufriendo este problema, cuando decidió emprender una campaña en las redes sociales para hacer oír su voz.

Estas madres lucenses consideran que a la farmacéutica "no le interesan" estos pedidos individuales desde que "el sistema nacional de salud es su principal cliente". Precisan que la mayoría de las comunidades autonómas españolas —Galicia no— cofinancian estos sensores para los diabéticos menores de 18 años de edad.

Que Galicia no sufrague en parte este sistema de medición continua de una enfermedad crónica como la diabetes, también origina las críticas de estas lucenses, que cuestionan que no tengan "el mismo acceso" que los habitantes de otras comunidades.

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