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Lugonovo: las mareas vivas

LUGO BIEN podría haber sido la tercera ciudad gallega gobernada por las mareas, al igual que Ferrol, A Coruña y Santiago, aunque ese proyecto se comenzó a frustrar justo en su génesis, cuando las plataformas ciudadanas surgidas del hartazgo por los efectos de la crisis y los casos de corrupción empezaron a dividirse. Lugonovo irrumpió entonces como si de una marca de champú local se tratase, con una campaña de márketing a la que quizá le faltaron unas semanas más de recorrido antes de las elecciones, sobre todo, para dar a conocer a un alcaldable que luego dio muestras de tener ideas novedosas y capacidad de trabajo.

Santiago Fernández Rocha, que llegaba de aquel experimento de la Transición llamado centrismo, fue el candidato más votado en unas primarias abiertas que depararon una lista con presencia de las dispares sensibilidades que aglutinaba Lugonovo. Las elecciones les premiaron con tres concejales y la capacidad para decidir a quién poner de alcalde. Tras el veto a José López Orozco, la investidura de Lara Méndez parecía vislumbrar un pacto de gobierno con protagonismo para la marea lucense, pero que acabó frustrado por las exigencias planteadas por la asamblea y la coordinadora de la plataforma al PSOE, los órganos que desde el primer momento dejaron claro al grupo municipal dónde se tomaban las decisiones.

A pesar de no entrar en el gobierno, Rocha y los otros dos ediles ofrecieron colaboración a Lara Méndez y le ayudaron a sacar adelante los presupuestos. El problema es que, como también le ocurrió al BNG, la paciencia se le acabó a Lugonovo e incluso la asamblea acabó parándole los pies a Rocha cuando ya tenía cerrado un nuevo acuerdo para pactar las cuentas. Ese desplante y los reproches recibidos también acabaron desmotivando al portavoz municipal, que decidió tirar la toalla y volver a su actividad como profesor. Meses después era Iñaki García el que dejaba el Concello, en su caso por las discrepancias de Anova con Lugonovo. Además, hasta tres personas que habían integrado la lista de la formación en los primeros puestos renunciaron a asumir las actas de concejal, en unos casos por circunstancias personales y en otros por discrepancias con la dirección de la organización.

Hasta la renuncia de Rocha, el trabajo del grupo municipal se había centrado en intentar que el gobierno local aprobase una nueva RPT e incluso dio su apoyo a la creación de la dirección de recursos humanos, aunque cuando empezaron las discrepancias en la plantilla municipal sobre el documento, Lugonovo decidió escurrir el bulto y dejar al gobierno solo ante el problema.

Cristina Pérez Herraiz, que tomó el testigo en la portavocía del grupo, y los dos nuevos concejales —Victoria Esteban y Víctor Álvarez— asumieron la compleja tarea de recomponer un grupo municipal que siguió tutelado por una asamblea de Lugonovo más centrada en los problemas internos de En Marea que en hacer oposición en el Concello.

Un grupo ‘influencer’
Lugonovo consiguió en varios momentos del mandato influir en el gobierno local, que impulsó algunas de las iniciativas que llegaban desde este grupo municipal. La creación de una oficina de la zona rural, la ampliación de las ayudas al alquiler o la exención de tasas a personas con rentas bajas fueron algunas de las aportaciones de deja esta plataforma, que también llevó al Concello distintas quejas vecinales.

Patada hacia arriba
En septiembre, Cristina Pérez Herraiz fue elegida en primarias candidata a la alcaldía y fue sustituida por Xosé Chorén seis meses después. La edil se había postulado para el puesto y nadie compitió con ella, pero las encuestas auguraban un descenso de apoyos y la coordinadora de Lugonovo optó por buscar otro alcaldable. A Pérez Herraiz se le ofreció entonces liderar la lista al Congreso, lo que parece una patada hacia arriba.

Chorén, un revulsivo
Xosé Chorén afronta un nuevo reto político, ahora liderando una candidatura a la alcaldía desde fuera del Concello, al igual que le ocurre al popular Ramón Carballo. Dice que asume el papel decisivo que tiene la asamblea de Lugonovo, aunque es probable que haya pedido tener cierto margen para confeccionar la candidatura. Podría ser el revulsivo para una izquierda dividida aportando un perfil profesional de gestor.
 

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