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Lucky

Harry Dean en Lucky. EP
photo_camera Harry Dean en Lucky. EP

NO ES habitual que las películas se interesen por la vejez en su condición terminal. El cine, como lenguaje visual que utiliza herramientas dinámicas de representación, prefiere hablar (y mostrar) a la juventud. 

Paolo Sorrentino escribió su manifiesto sobre el paso del tiempo en su última película, donde la juventud era error y belleza, y la vejez, solo error. 

Cuando uno ve Lucky no puede dejar de pensar en que Harry Dean Stanton ya no está. Fue su último trabajo y un testamento sobre cómo te ve el mundo cuando pasas de los noventa. 

El protagonista, un viejo solitario que sigue peleando contra el mundo por poder echarse un cigarrillo tranquilo en el bar, disfruta de los crucigramas y los programas de televisión donde se aciertan palabras y sus significados. En una conversación telefónica con un anónimo, Lucky busca en el diccionario el término "realismo". 

El vocabulario le devuelve dos definiciones que funcionan como pistas sobre el subtexto de la película: "La actitud o práctica de aceptar una situación tal como es y estar preparado para enfrentarlo en consecuencia", lo que vendría a ser el leitmotiv del protagonista, y "la cualidad o hecho que representa a una persona, cosa, o la situación con precisión o de una manera que sea fiel a la vida", que es lo que busca la historia. 

Con guion de dos actores secundarios que debutan en la escritura, Logan Sparks y Drago Sumonja (el segundo ya había demostrado su respeto por Dean Stanton en el documental ‘Character’) la película rinde un homenaje sincero a un intérprete nonagenario que, sin haber protagonizado ninguna película desde París, Texas, de Wim Wenders, sin embargo, era reconocido y respetado tanto por los nuevos como por los viejos. 

Por ahí aparece David Lynch, que le dirigió en Corazón salvaje, Twin Peaks, Inland Empire y Una historia verdadera, como compañero de bloody mary en la cantina al que acompaña con sus conversaciones en torno a su mascota. "Una tortuga es una criatura increíble, Lucky. Son tan nobles como un rey y tan bondadosas como una abuela". 

CASCARRABIAS. Lucky está concebida como los últimos días de una persona rutinaria y cascarrabias que no tiene intención de callarse nada de lo que se le cruza por la cabeza. Solo quiere que le dejen fumar, jugar a los crucigramas y vagar por su pueblo de Arizona. 

Y en esos paseos encuentra, por fin, la aceptación de su destino y de su propia vida.

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