Opinión

Obligado y a empujones

La convocatoria electoral llega por imposición de la pérdida de apoyos para sacar adelante los Presupuestos. Se escenificó claramente con el fondo y la forma mitinera en la tribuna del Congreso, con la propia ministra de Hacienda como abanderada. Salvo el portavoz del PNV, de Presupuestos poco se habló en el pleno. Sucedió que parte de quienes auparon a Pedro Sánchez a la presidencia lo descabalgaron ayer. ¿Fue una moción de censura, como dice el líder del PP? O, ¿fue el fracaso de un equilibrio imposible desde esa minoría del PSOE de Sánchez para ocupar la Moncloa? O, ¿fue la inviabilidad de una pretendida vía diferente de afrontar la cuestión catalana? Todo confluye. Es evidente que falló la gestión política de esa utopía de pretender gobernar con 85 diputados. El independentismo que le negó los votos ayer a los Presupuestos de Sánchez se puede encontrar antes de que termine el juicio en el Supremo con un Gobierno de España bajo la fórmula de Andalucía. El acuerdo de última hora para apoyar los Presupuestos no fue posible ayer: la división entre ERC y el PDeCAT, con los objetivos electorales que separan a los independentistas, lo hizo imposible. La convocatoria electoral llega también con un Pedro Sánchez empujado a recular por la calle y la opinión publicada y difundida. Algunos apoyos mediáticos significativos entraron en silencio o cambiaron el paso. Sánchez convoca por la presión de las derechas y la generalización de una opinión de situación límite, con el sentimiento como gran motor político: la unidad de España en formato nacionalista. Solo el anuncio de la manifestación para el pasado domingo en la madrileña plaza de Colón hizo cambiar la estrategia y el discurso del Gobierno frente a las negociaciones, pactos o diálogo con el independentismo catalán. Y se desmoronó el castillo que se había levantado para desalojar a Rajoy y al PP.

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