Opinión

Y si miramos a Portugal

UN GOBIERNO DE la «geringonça» (chapuza), adjetivo que recibió desde la derecha para descalificarlo desde el inicio, que tiene al frente al socialista António Costa y que llegó al poder por una moción de censura, con el apoyo de la izquierda de los comunistas y del Bloco, dirige Portugal. Tiene el aprobado y hasta el elogio de Bruselas en política económica. Se enfrenta a la presión en la calle por la izquierda, con huelgas y conflictos que se suceden, desde los trenes a los profesores o a la medicina. El Gobierno de Costa, en cohabitación con el presidente Marcelo Rebelo de Sousa, una figura popular y singular del PSD, del centroderecha desplazado, encauzó la situación de Portugal hacia la confianza en la recuperación y la esperanza. Lisboa, por ejemplo, es una de las ciudades que se ha transformado en uno de los grandes focos de atracción de turismo en Europa. Con riesgo real de saturación. Oporto, aquí en el norte, es una concentración urbana dinámica económicamente, creativa y que se va tiñendo de forma acelerada de un atractivo de modernidad puntera. La presión de la izquierda comunista y del Bloco aumenta. El avance hacia el tiempo electoral y las diferencias programáticas e ideológicas, que son grandes, puede explicarlo. Los apoyos que permitieron desplazar al centroderecha del poder y colocar a los socialistas en el Gobierno necesitan visibilizarse ante el tiempo electoral. Las rentabilidades del cambio, no hubo austericidio, intentan que no las monopolice el socialismo de Costa que gobierna en minoría. Fuerzan la presión de la maquinaria de la izquierda con huelgas, manifestaciones o dificultades para negociar y acordar el nuevo presupuesto, para distanciarse y así presentar alternativas rupturistas o más a la izquierda.Pero el Portugal que miraba hacia atrás, con la añoranza del canto de "Grândola" como única vía frente a la asfixia, hoy se presenta como modelo.

Comentarios