Opinión

La normalidad

MIRAR hacia otro lado, ignorar, o incluso justificar como "normal" las celebraciones con alcohol por adolescentes y jóvenes en parques y plazas públicas en la explosión del fenómeno botellón, fueron comportamientos y declaraciones de cargos públicos, en el poder local o en la representación del central en legisltauras anteriores. Un error. «Ignorar» decenas de multas a jóvenes por beber en la calle, información que abre hoy las páginas de Lugo, es una consecuencia de aquella posición ante el alcohol en la calle. Probablemente ni coseche votos.

Francisco, ante la resistencia

La oposición de los intereses de poder y de las ideologías inmovilistas frente al cambio se han mostrado abiertamente en estos cinco años frente al papa Francisco. El jesuita argentino Bergoglio ha tenido en el Vaticano gestos importantes de ruptura, cuando menos en la ostentación, con una concepción del Papa que lo sitúa como una figura de poder lejano, sagrado. Ha anunciado e intentado pasos de encuentro con la realidad de la sociedad actual, y experimentó el freno y la oposición pública del integrismo y de las estructuras de poder. Ha tenido acción positiva en el papel del Vaticano en las relaciones internacionales, como en la aproximación entre Cuba y EE UU, y también muestras de simpatías políticas que quizás solo se entiendan y compartan en su Argentina de origen. La presencia y participación de los divorciados en los sacramentos, como la eucaristía, fue una muestra de esa resistencia interna ideológica. Las finanzas y las reformas de la curia vaticana, el choque con las estructuras de poder. Probablemente ahí está la explicación de la retirada de Benedicto XVI, al verse sin fuerzas por su falta de salud y la edad. La salida ahora de Ratzinger con una carta, que rompe su silencio, en defensa de Bergoglio es una muestra del poder de la resistencia a la que se enfrenta Francisco.

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