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Los seres y sus paradojas

POR QUÉ ES interesante la serie ‘Mr. Robot’?

—a) Porque el protagonista lo hace muy bien.

—b) Porque el guion es sólido.

—c) Porque trata de hackers y eso siempre genera interés.

Las tres respuestas son correctas en este caso, sin embargo, lo que verdaderamente llama la atención de ‘Mr. Robot’ es la exposición del universo del protagonista, que vive en una especie de burbuja cada vez con menos espacio, cada vez con menos aire, cada vez con más y más angustia y más claustrofobia. Es el acierto de una trama que, sin esa atmósfera en la que está inmerso el personaje principal, perdería buena parte de la inclinación primera del espectador a continuar la historia.

Si seguimos viéndola, capítulo tras capítulo, es porque algo hay en ese relato que posee significación más allá de las cuasi obviedades del planteamiento. Las multinacionales son las malas de la película y después estamos nosotros, que funcionamos a merced de sus deseos, caprichos y juegos crueles. No por repetido deja de ser veraz. No por sabido deja de sorprender.

El potencial se encuentra en Elliot, un hacker cuya máxima atracción reside en su duda eterna. Es una gran vuelta de guión hacer así a ese personaje, concebirlo con un trastorno que le confiere sobre todo vulnerabilidad. Frente a los héroes todopoderosos, existen los seres con problemas que poseen algún don y que, en un momento dado, por alguna razón, sale a la luz. Esta perspectiva permite salvar escollos en los que, de otro modo, sería fácil caer, las típicas trampas de los tópicos, los típicos lugares comunes de una historia de estas características.

Así pues, tenemos a un genio de la informática que reniega de las reglas del juego oficiales y que, allá en lo profundo, sin asomarse apenas, se encuentra, habita, se alimenta y crece, poco a poco, pero firme, esa pulsión desconocida e imparable de salvar el mundo. Lo que podría haber sido una historia insulsa se convierte en una adecuada utilización de los recursos narrativos que dan como resultado una serie atractiva y -esto es importante- no solamente para los locos de la informática, ‘geeks’, y demás familia, sino para todos ellos y los demás. Según he leído, se han esmerado en la construcción de los asaltos a los sistemas y en las escenas en las que se hackea, por lo visto, se hackea bien. No es un dato baladí porque sectores de la población a tener en cuenta se fijan mucho en esas cosas. Ocurre con todas las series o películas en las que el relato gira en torno a determinados profesionales o especialistas o expertos de lo que sea. Si te coincide la profesión y el equipo responsable de la historia no se ha preocupado de reproducir con fidelidad lo que tiene entre manos, el asunto hace agua, acaba resultando irrisorio y/o produce rechazo. A la recientemente comentada aquí ‘Mozart in the jungle’, le ocurre con las escenas en las que los músicos tocan una pieza. Los músicos, los de verdad, van a saber porqué. Hay, por tanto, que pensar en todo, no vale hacer como que sí cuando es que no.

De vuelta de la digresión, nos topamos de nuevo con Elliot, un ser vulnerable que, curiosamente (y con mucho sentido), busca la debilidad en los otros, porque es, según afirma, el método infalible para penetrar en sus sistemas y hacerse con el poder. Paradoja efectiva. Ser dueño de los demás cuando no es posible controlarse uno mismo. Paliar la fragilidad con la irrefutable demostración de la fuerza. Por eso alguien perfecto echaría por tierra esta historia llena de recovecos a los que tan solo llega el reflejo de una verdad grande y desconocida. Muy a lo Platón.

Reminiscencias cinéfilas

ES TIEMPO de recordar aquella época en que la teleserie ‘Yo soy Bea’ (la original, colombiana, ‘Yo soy Betty, la fea’) triunfaba en el universo y cuya trama era de muy mal gusto, a saber: una chica inteligente busca su primer trabajo pero, a pesar de su brillantez, nadie la quiere contratar porque tiene un problemita. Es fea. Se quiera o no se quiera, esto arrasó. Tempus fugit. Pero que no cunda el pánico, se estrena nueva temporada de ‘Gym Tony’, 100% española. Todo natural.

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