Opinión

Los que se quedan en casa

A VER si de esta le hacemos caducar a aquella canción de Mecano sobre el fin de año. Porque me daba mucha rabia que tuvieran razón con aquello de que al comer las uvas «hacemos por una vez algo a la vez». Ahora ya no insisten en que nos quedemos en casa, ahora lo ordenan y me parece muy bien, porque en el aire flotan varios virus muy peligrosos: el miedo, la incertidumbre que lo genera o la convicción de que lo de las dos semanas no hay quien se lo trague. 

Y algo se consiguió. Veo a muchos que se quedaron en casa: Chicos guapos que tenían plan para el finde; cantautores de letras esquinadas que aplazaron sus conciertos; señores mayores asustados con razón; toreros que iban a entrar a matar y banderilleros de la desigualdad; morfinómanos que le ven las orejas al lobo; panaderas que temen por el pan nuestro de cada día; cocainómanos sin fiestas; patrulleros en estado de alarma; microbiólogos sin titulación que pululan por Youtube; tertulianos metidos a epidemiólogos con ganas de jarana; señoras responsables que compran lo que necesitan; cinéfilos encantados de haberse conocido porque ahora son los reyes; diabéticos desquiciados porque nadie se acordó de ellos; runners nostálgicos de la semana pasada; relojeros que no ven pasar las horas; sicarios a los que se facilita el trabajo; temporeros felices de que al fin sea cierto que «Temporeros somos todos»; curas entusiastas; alcaldesas indecisas; peluqueros indignados; forzudos de los circos.

Todos en casa y todos a la vez.

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