Los Erasmus chicos no convencen

Marta Gonçalvez, Lucía García y Aitor Páramo (Foto: EP)
photo_camera Marta Gonçalvez, Lucía García y Aitor Páramo (Foto: EP)

Tras el revuelo del pasado otoño por el anuncio de reducción de las becas Erasmus, el Gobierno acaba de confirmar que mantendrá el número de plazas, pero reducirá la estancia en el extranjero a medio curso. Es una opción que ya había ahora y bastante extendida en algunos países, pero no convence a todos.

Aitor páramo estudia Administración e Dirección de Empresas y el curso pasado disfrutó de una beca Erasmus en Torun (Polonia). Cuenta que los dos primeros meses fueron de adaptación y el último, de gestión de trámites para el regreso a casa, por lo que, si la beca hubiera sido solo de medio curso, le hubiera quedado solo un mes para disfrutarla, explica, para exponer su desacuerdo con la modificación que pretende hacer el Gobierno. Y cuando habla de disfrutarla hace una aclaración: «Ni España ni la UE me pagaron los viajes y las fiestas que hice durante el curso. La cuantía que recibía era de 200 euros por mes, «una cantidad irrisoria comparada con los gastos que tiene un alumno en el extranjero. Los viajes y las fiestas me los pagarían, en todo caso, mis padres», precisa.

Porque si el objetivo de las becas Erasmus es ayudar a costear los estudios en un país de la UE distinto al de origen, no es solo para que el estudiante conozca otro modelo académico, sino para que aprenda otro idioma y conozca la cultura y la idiosincrasia de un país hermano. Para crear sentimiento europeo, en definitiva, un objetivo que la reducción de la estancia pone en peligro, opina Aitor.

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