Opinión

Los delirios del 'cura Armani'

José Emilio Silvaje y el anticuario Jaime de Orozco. XESÚS PONTE
photo_camera José Emilio Silvaje y el anticuario Jaime de Orozco. XESÚS PONTE

EL ‘cura Armani’. Así conocían en Ribadeo a Silvaje por sus impecables trajes o su gran capa negra sacerdotal. Ejercía de aristócrata desafiante. Alardeaba de peculio familiar y de relaciones con la Casa Real. Nobles británicos y alemanes y gentes de Madrid o Valencia acudieron a su casa, en cuyo jardín instaló una jaima para las fiestas. La gente común —‘bordeline’ y subnormal para quien se siente superior por razón de cuna— se reía de su pretenciosidad. La desaparición de imágenes de las iglesias puso fin a la comedia. Tampoco era una broma que el Obispado no tuviera inventariados esos bienes, como si solo le importase el catastro. La gabardina al estilo ‘Bárcenas’ para declarar en Mondoñedo resaltó su perfil de patético exhibicionista.
 

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