Las lágrimas del Atlético, el lamento de Juanfran y el orgullo de la afición

Por tercera final de la Copa de Europa, las lágrimas inundaron a generaciones y generaciones de aficionados del Atlético de Madrid, a sus futbolistas, a su cuerpo técnico, entre el lamento de Juanfran Torres, hundido, pidiendo disculpas a unos aficionados "orgullosos de sus jugadores".

Después del 1-0 de Sergio Ramos en el minuto 15, del 1-1 del belga Yannick Carrasco en el 79, de la prórroga, del primer penalti de Lucas Vázquez, de Griezmann, de Marcelo, de Gabi, de Bale, de Saúl, de Sergio Ramos, todos con gol, y de Juanfran, al poste, hasta el noveno lanzamiento, hasta el definitivo de Cristiano Ronaldo.

Dos finales que tuvo ganadas hasta el último minuto y otra, la de este sábado, que rozó de nuevo. No hay Copa de Europa para el Atlético de momento. De nuevo, el dolor de una final perdida, las lágrimas del subcampeón, otra vez de una forma cruel, como en Bruselas en 1974 con el Bayern, como en Lisboa hace sólo dos años.

Juanfran pidió disculpas a la afición mientras se golpeaba el escudo. La reacción de la grada fue inmediata


"Tengo un grupo de futbolistas seguramente muy fuertes y les comentaba en el campo, no lloren, porque cuando uno da todo, hace un esfuerzo enorme para llegar a esta instancia, el fútbol también es destinos y está claro que hoy no estaba destinado para nosotros", valoró después el argentino Diego Simeone en la sala de prensa.

Antes, sobre el campo, Gabi ya miraba al cielo, desesperado, buscando quizá una explicación fuera de lo racional, cuando Cristiano se dirigía hacia el lanzamiento. Lo marcó. La plantilla del Atlético, tendida en el suelo, doblegada en el instante final, sin consuelo, aunque haya hecho lo que ha hecho en estos impactantes cuatro años y medio en el fútbol europeo.

Juanfran se dirigió después hacia el fondo de los aficionados del Atlético en el estadio de San Siro, también inmóviles, incrédulos, sin comprensión ante otro varapalo tremendo. Pidió disculpas mientras se golpeaba el escudo, al lado de su corazón. La reacción de la grada fue inmediata. Aplausos, aplausos, aplausos...

Sus compañeros acudieron de inmediato. Le abrazaron, le arroparon. El grupo por encima de todo. El equipo. Eso también es el Atlético en la derrota. "Orgullosos... de nuestros jugadores", cantó varias veces en el partido el fondo de aficionados del Atlético, que luego desfilaron hacia fuera del estadio. Con lágrimas.

Un chaval de unos 15 años, sentado, con la rojiblanca, no podía contener el llanto; otro, de su misma edad, abandonaba el estadio entre sollozos, como muchos tantos otros, de más edad y menos, en el mismo estadio de San Siro, con el dolor de la derrota muy presente y con un viaje a España, dos horas de vuelo, para dar aún más vueltas.

"No sé lo que duele más (entre las finales de 2014 de Lisboa y la de este sábado en Milán). Duele ver a la gente que pagó la entrada, que viajó, que se entusiasmó, se ilusionó y yo, como cabeza responsable del club en cuanto a lo futbolístico, no le pueda dar lo que quería. Y eso me duele más que cualquier otra situación", dijo después el argentino Diego Simeone en rueda de prensa.

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