La inesperada dureza del subsuelo rocoso de la parcela en la que se levantará el nuevo auditorio de la ciudad hizo plantearse a las empresas que ejecutan las obras el uso de explosivos, para lo cual incluso se obtuvieron los permisos necesarios. Sin embargo, esta opción fue finalmente desechada por la Xunta debido a los efectos que podrían tener las voladuras en los edificios del vecindario, según confirmó ayer durante una comparecencia en el Parlamento de Galicia la secretaria xeral de Infraestruturas, Encarnación Rivas.
Los técnicos de las empresas FCC y Vilamiño, que integran la Ute adjudicataria, informaron tras el inicio de las obras en septiembre de 2011 de las dificultades encontradas durante la excavación de la parcela -que en algunas zonas presenta una profundidad de hasta 15 metros-, como el hallazgo de roca más dura de la prevista. Por este motivo, según la secretaria xeral de la Xunta, se planteó la posibilidad de hacer voladuras, que se desecharon por la proximidad de las viviendas a esta parcela ubicada en la avenida de Magoi y por las molestias que se podrían causar a los residentes.
