La escasez de agua consolida al antiguo pueblo de Portomarín como filón turístico

El número de visitantes se incrementó este año de tal modo que el Concello decidió instalar paneles informativos con fotografías que muestran como era la villa antes de ser sumergida

Mientras que una buena parte de la provincia mira al cielo, en espera de esa ansiada lluvia que ayude a aliviar la sequía, en Portomarín le ponen buena cara al tiempo seco. Cada verano, coincidiendo con el descenso de nivel del embalse de Belesar, miles de personas visitan la villa para pasear por las calles del viejo pueblo, un recurso turístico que este verano se ha afianzado, a tenor del notable incremento de turistas.

La sequía ha provocado que este año el Miño regrese a su cauce natural y, con ello, las ruinas del viejo pueblo, sumergido por el embalse en el año 1963, han emergido como hace tiempo que no lo hacían. Es tal el número de turistas y su interés por conocer cómo era el antiguo Portomarín, que el Ayuntamiento decidió este año señalizar los lugares más emblemáticos de la vieja villa, creando así una interesante ruta que permite al visitante trasladarse más de medio siglo en el tiempo.

La sequía ha provocado que el Miño haya regresado a su cauce natural, el que tenía antes de la construcción de Belesar, en el año 1963

"Deste xeito desaparece un dos problemas que tiñan quen viñan a coñecer as ruínas, que vían os restos, pero non se podían facer unha idea nin dos lugares onde se atopaban os principais monumentos, nin ter unha imaxe xeral de como era a vila", señala el alcalde de Portomarín, Juan Serrano.

Lo que queda del antiguo puente romano, del barrio de San Juan, del de San Pedro o de la aldea de Ferreiroá se puede ver claramente estos días, pero este año la novedad son esos paneles informativos que facilitan el recorrido, a través de imágenes históricas y textos explicativos que ayudan a entender tanto el trazado del casco urbano como el paisaje, el patrimonio arquitectónico -en muchos casos trasladado por los vecinos piedra a piedra a su ubicación actual en el nuevo pueblo- y, en definitiva, el modo de vida de quienes, casi con lo puesto, se vieron obligados a dejarlo todo atrás.


LA RUTA. La ruta por el viejo Portomarín se puede iniciar por cualquiera de las cuatro bajadas que permiten llegar al primitivo cauce del río Miño. En cada una de ellas, se ha instalado un panel informativo, que muestra aspectos generales de la zona que se va a visitar.

Ya en las calles del antiguo pueblo, el visitante se encontrará con hasta una decena de paneles con información sobre los principales puntos y ruinas. Además de las fotografías y los textos explicativos, las señales incluyen también un código QR que, al ser escaneado, permite acceder a la página web www.portomarinvirtual.es, en la que, entre otras informaciones de interés, se recoge un importante catálogo de fotografías históricas de la antigua villa.

"Se un imaxina en cor todas esas imaxes en branco e negro, poderase dar conta de toda a beleza do vello Portomarín, o que lle valeu que no ano 1946 xa fose declarado Conxunto Histórico Artístico", explica Serrano.

Esta iniciativa tendrá continuidad en el tiempo. Las señales se retirarán de las viejas calles cuando el agua las vaya a sumergir y retornarán en cuanto el caudal lo vuelva a permitir.

El objetivo es que, aunque la presa consiga algún día borrar las ruinas que aún se resisten a desaparecer, el agua no consiga ahogar de la memoria colectiva la riqueza artística, histórica y cultural de un pueblo que pagó muy caro la llegada de la modernidad.


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