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La Sepi somos todos

Fábrica de Alcoa en San Cibrao. J.M.ÁLVEZ
photo_camera La factoría de Alcoa. JM ALVEZ

LA historia reciente enseña que nacionalizar empresas o bancos no es de derechas ni de izquierdas. Que se lo pregunten a Mariano Rajoy, que asumió el rescate financiero en plena crisis con una ola de recapitalizaciones en el sector (sobre todo, cajas de ahorro) que llevó al Estado a ser el gran banquero de este país. Fue por poco tiempo: saneamiento público y subasta, es decir, pase al sector privado. De ello se encargó el Frob, un apéndice del Banco de España que asumió la gestión de entidades financieras y reemplazó a sus consejos de administración de forma provisional hasta que la entidad intervenida fuera adquirida por otra. ¿Nos suena todo esto a algo?

Si alternamos los acrónimos, Frob por Sepi, y activamos el buscador de localizaciones, nos trasladamos directamente a Cervo. Y de nuevo el sector público a escena, en una maniobra hasta cierto punto similar a la que se aplicó en el rescate bancario. Aunque ahora a trompicones, la marcha de Alcoa de San Cibrao pasará de una u otra manera por la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, y no necesariamente a través de una operación puente al uso hasta volver a manos privadas, con la mirada puesta en Liberty House.

Aunque ahora sus directivos están mucho más pendientes del Supremo por el recurso a las medidas cautelares que le impiden apagar las cubas (o le obligan a seguir perdiendo dinero, según se mire), en Alcoa saben muy bien lo que es la Sepi. Inespal fue pasto de una ola de privatizaciones activada por Aznar, con Rodrigo Rato a los mandos y Josep Piqué en el Ministerio de Industria. El año de la integración de Inespal en Alcoa fue especialmente frenético para la Sepi, heredera de la Teneo de los últimos años de Felipe González. En 1998 no solo se vende Inespal por unos 370 millones. También se privatiza Aviaco, y parte del capital de Enagás e Iberia, continúan las colocaciones de joyas como Endesa o Argentaria y se da el pistoletazo de salida a las enajenaciones parciales de Red Eléctrica o Indra.

Y en ese año también se consuma la venta del 100% de Hijos de J. Barreras a un grupo de empresarios entre los que se encontraba José García Costas. Algo más de cuatro millones de euros pagaron. El astillero vigués, en su día el mayor privado de España, hizo el camino hacia atrás a finales de los setenta, cuando quebró y acabó en manos del Instituto Nacional de Industria, antecesor de la Sepi. En manos públicas, también en el INI fundado por el ferrolano Juan Antonio Suanzes, acabó Astano cuando el Banco Pastor de Barrié de la Maza vio su viabilidad en peligro por la financiación extra que tuvo que inyectar en el astillero tras la crisis del petróleo. Y ahí sigue, en lo que es hoy Navantia, también bajo la órbita de la Sepi. Por tanto, Galicia ha sido testigo de la doble dirección de la actuación del sector público: nacionalizaciones y privatizaciones.

Uno de los catedráticos que más sabe en España del sector público es Álvaro Cuervo. En su opinión, la creación de empresas públicas se justifica históricamente en España debido a tres grandes motivos. Por un lado, mitigar fallos del mercado en las situaciones clásicas de monopolio natural (lo que fueron en su día Telefónica, Renfe, Endesa) o potenciar supuestos sectores estratégicos (Bazán, Iberia, Santa Bárbara). De otro, como convencional instrumento de política industrial (ahí entraba Inespal junto a Ence, Repsol o Enagás). Y, finalmente, para atenuar los costes sociales y los efectos políticos del ajuste por el mercado de empresas privadas (suspensiones de pagos, quiebras), y así mantener empleo, paz social o rentas de un área geográfica. Ejemplos, Hunosa, Astano, Sidenor…

Lo más llamativo de este dibujo del catedrático asturiano es que la situación actual de Alcoa encaja en gran parte de los supuestos que trazó en su día. ¿Es una vuelta al pasado el retorno al sector público del grupo de aluminio? No necesariamente, como queda demostrado. Las pérdidas acumuladas y la nula disposición del propietario de la planta a seguir operando desde San Cibrao se unen al interés social de su supervivencia para una provincia entera y la continuidad en España de la producción de aluminio primario, el gran argumento de la Sepi. A todo ello se suma el apetito de un comprador final.

Aplicando aquel famoso eslogan de una de las primeras campañas de la renta de Hacienda, en los albores de la democracia, ahora la Sepi somos todos.

ANTONIO GRANDÍO ►El catedrático que anticipó la crisis de las cajas gallegas

PRESUME de ser un lucense de Negradas, pero debería hacerlo de unas cuantas cosas más. Es Antonio Grandío Dopico, doctor en Ciencias Económicas y Empresariales y catedrático de la Escuela de Estudios Empresariales de la Universidade da Coruña. Pero también es algo más. Para muchos, uno de los pocos que detectó y anticipó la crisis de las cajas, con un sesudo informe en el que la peor parada era Caixa Galicia. Aquello fue, lógicamente, en la antesala de la fusión con Caixanova, y a pesar de todos los datos que aportaba Grandío, poco eco tuvo aquel análisis a la vista del fiasco posterior. Gestionadas como cortijos, Grandío tuvo la valentía de alzar la voz cuando todo era silencio sobre las cajas. Ese es su gran mérito.

JUAN MANUEL VIEITES ► ¿Irá a la segunda la vencida en la patronal gallega?

SU nombre sonó con fuerza en la última carrera electoral a la patronal gallega, la que tuvo como final la efímera presidencia de José Manuel Díaz Barreiros, el breve. En aquel momento, Juan Manuel Vieites dio un "no" rotundo a pesar de que contaba con el aval de la Xunta, que no es poca cosa. Ahora, arropado por Lugo, Vieites parece estar dispuesto a dar el paso. Histórico de la conserva, el vigués es desde hace muchos años secretario general de la Asociación Nacional de Fabricantes de Conservas de Pescados y Mariscos. Vieites ha hecho de Anfaco un auténtico lobby, que llega a Bruselas, y que representa como ninguno los intereses de Jealsa, Frinsa o Calvo, las grandes. Si llega, ¿le dejarán ejercer en la CEG?

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