Una peluquería en un salón de la parroquia de A Milagrosa se ha convertido en el último símbolo de la resistencia de los lucenses a la crisis. Allí, cada martes, peluqueros voluntarios logran que los lucenses golpeados por la crisis puedan cuidar su imagen y exhibir su dignidad. Veinte personas se han beneficiado ya de la iniciativa.
El servicio de peluquería gratuito se puso en marcha hace tres semanas y, hasta ahora, los niños están siendo los más beneficiados. Padres sin recursos pueden asegurarse en la parroquia de que los efectos de la crisis no marquen a sus hijos en un mundo en el que la imagen cuenta mucho.
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