La mejor excusa para quedar

Vivir el Carnaval no es solo disfrazarse. Para algunos, es una oportunidad para verse, quedar y compartir unos ratos de amistad con una excusa en común: preparar el mejor disfraz y la mejor comparsa y, por encima de todo, pasárselo bien y en buena compañía
Parte de la pandilla de Carmen Rodil, en plenos preparativos del Carnaval. SEBAS SENANDE
photo_camera Parte de la pandilla de Carmen Rodil, en plenos preparativos del Carnaval. SEBAS SENANDE

Está bien ganar un premio, está bien disfrazarse y también está bien salir a la calle a vivir el Carnaval pero lo mejorcito de todo —dicen ellos— son los prolegómenos. Es decir, las horas de quedadas entre amigos pensando en el disfraz o puestos ya manos a la obra no tienen precio. Y por eso hay pandillas que, año tras año, no reniegan a su cita con los preparativos de Carnaval.

Ese es el caso de Carmen Rodil Martínez y su grupo de amigos. Todos los años no fallan al concurso de Carnaval del Círculo de las Artes, donde acumulan varios premios. Lo que empezó como un imprevisto continuó durante veinticuatro años. Ahora ya es una tradición.

"Somos siete amigos. Cada uno con su vida y su profesión, pero ninguno de nosotros renunciamos a juntarnos por el Carnaval y a preparar una comparsa", dice.

Este grupo —formado por siete personas— comenzó a salir en comparsa por casualidad. Antes, se disfrazaban de forma individual o en pareja. Un año, se pusieron de acuerdo para ir todos iguales y se animaron a desfilar. Así ataviados y sin preparativos, decidieron probar suerte en el concurso del Círculo. Y la flauta sonó.

"Nos dieron un premio sin pretenderlo y pensamos: 'Tuvimos el premio sin preparar nada. Así que a nada que nos organicemos... lo tenemos seguro'. Y, desde entonces, comenzamos a preparar, año tras año, los disfraces", comenta Carmen Rodil.

El planning carnavalesco de esta pandilla comienza ya en navidades. Puntualmente, todos los años por esas fechas, se juntan para empezar por el principio: decidiendo cuál será el tema sobre el que girará el disfraz. Porque lo importante aquí no es la vestimenta, sino la infraestructura que la rodea y la puesta en escena.

"Nos juntamos para tomar unas cervecitas y pensamos una idea. Lo pasamos bien con todo esto. A veces, no es fácil porque lo que pretendemos nosotros es hacer una especie de teatrillo, no solo el disfraz. Al final, siempre vienen las ideas. Un año, por ejemplo, representamos una película de cine mudo; otro año, hicimos un ring de boxeo y otro, una escena de la Revolución Francesa, con guillotina incluida. Siempre buscamos un tema que luego desarrollamos con disfraces", indica Carmen.

"Hay gente que acaba de ver nuestra representación en la calle y cuando termina nos pregunta: '¿Cuándo es el próximo pase?", cuentan

Hasta ahora, sus ideas fueron casi siempre un éxito. De hecho, esta pandilla apenas se apeó del primer y el segundo premio del concurso del Círculo.

Pero no solo eso. También probaron suerte en el Ayuntamiento, bien como pandilla o como pareja, y ganaron. A estos premios, se suman también los de animación callejera, de la asociación Lugo Monumental y que consisten en vales para consumiciones en los bares de la calle de los vinos.

PÚBLICO. Después de veinticuatro años saliendo siempre por Carnaval, la pandilla de Carmen Rodil y sus amigos ya tiene un público afianzado que los busca y los va a ver actuar en cada edición.

"Ya tenemos un público. Hay gente que está esperando el Carnaval para ver qué preparamos este año. Es más, incluso hay gente que acaba de ver nuestra representación en la calle y cuando termina nos pregunta: '¿Cuándo es el próximo pase?'. Hay una anécdota muy curiosa de otro año, que íbamos de gitanos y dábamos a la gente unas rifas falsas de una cabra. Pues bien, días después del Carnaval, se acercó un día un hombre a uno de nosotros y nos preguntó, en serio, cuál era el número premiado del sorteo de la cabra", cuentan los integrantes de la pandilla.

Este grupo de amigos se formó hace muchos años, cuando sus integrantes eran jóvenes. A medida que se fueron emparejando, las parejas se fueron incorporando.

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En la pandilla, hay gente de todas las profesiones y cada uno tiene su papel. "Uno de ellos trabaja en Cruz Roja; otro, es monitor de natación; otro, celador del Hula; otro, técnico de laboratorio y otra, dependienta. Cada uno de nosotros está formado en una faceta y, a la vez, tiene algo que aportar", afirman los miembros del grupo.

Desde navidades y hasta Carnaval, los fines de semana están reservados para la preparación de los disfraces. A veces, incluso, quedan entre semana. "Aprovechamos todo el tiempo que podemos para quedar y hacer cosas. La pena es que no tengamos un local porque muchas cosas que hacemos, como la guillotina cuando representamos la Revolución Francesa, acabamos tirándolas por no tener dónde guardarlas", señala Carmen.

Mientras tanto, ellos siguen afanándose en los disfraces. Este año, como los demás, irán a por todas. Se presentarán a los concursos y si ganan, tendrán otro motivo más para juntarse de nuevo el año que viene por estas fechas. "El primer premio del Círculo es de 1.500 euros. El del Ayuntamiento, de 600. Al final, con este dinero cubrimos gastos y todavía nos queda para unas copas", dicen.

La herencia que dejaron los niños 
Luisa López Cela forma parte de una pandilla de padres de Montirón. Hace diez años, comenzaron a salir en carnavales porque sus hijos eran amigos e iban disfrazados. Los niños acabaron arrastrando a los padres y estos también comenzaron a vestirse con ellos. 

Herencia 
Con el paso del tiempo, los niños crecieron y dejaron de disfrazarse. Sin embargo, los padres siguen saliendo juntos en Carnaval. "Fuera de estas fechas, no nos juntamos, pero por Carnaval sí. Es bonito y es algo que nos quedó de nuestro hijos", dice Luisa.

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