Opinión

La Manada

CINCO meses después de concluir el juicio en la Audiencia de Pamplona, mañana se conocerá el fallo de la La Manada, por la presunta violación de cinco jóvenes sevillanos, entre ellos un guardia civil y un militar, a una muchacha de 18 años durante los Sanfermines de 2016. Aun siendo un hecho horrendo y que en apariencia ofrece pocas dudas sobre la culpabilidad de los implicados, aletean dos claves que pueden alterarlo: violencia y consentimiento. Hay aspectos que no quedaron suficiente claros durante la vista oral y los titubeos jurídicos son imprevisibles. Se sabe que los enjuiciados, con antecedentes varios de ellos por otro hecho similar en Pozoblanco, no son unos angelitos, pero revolotean algunas vacilaciones sobre la conducta de la víctima. Cualquier cosa. Lo que no se entiende es la tardanza de cinco meses en desvelarse el fallo, en primera instancia, por muy intrincado que sea el proceso. Casi medio año da para mucho y hay cinco encausados presos esperando el veredicto. Siendo de culpabilidad, el perjuicio sería menor que si no lo es, pero intolerable. Es una dilación repetida que no hace más que reiterar el pésimo funcionamiento de la Justicia.

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