La jueza decreta prisión sin fianza para el parricida de Moraña por doble asesinato

El presunto autor, padre de las dos niñas, a las que supuestamente degolló con una rebarbadora, David Oubel Reinero, se acogió a su derecho de no declarar ni ante la Guardia Civil ni ante la magistrada de Caldas. De mantenerse las imputaciones, sería el primer caso de España al que se podría aplicar la prisión permanente revisable del nuevo Código Penal

El supuesto parricida de Moraña, David Oubel Reinero, que presuntamente degolló a sus dos hijas, Amaia, de 4 años, y Candela, de 9, en la mañana del pasado viernes, en su casa de la parroquia morañesa de San Martiño de Laxe, ingresó ayer por la tarde en la cárcel de A Lama. La magistrada del Juzgado Mixto número 1 de Caldas de Reis dictó para él un auto de prisión comunicada y sin fianza. Le imputa, siguiendo también el criterio esgrimido por la Fiscalía, un doble delito de asesinato, lo que implica directamente que existen indicios suficientes como para considerar que es autor de las dos muertes de sus hijas, cuya custodía compartía con su exmujer, Rocío Viéitez. Como agravantes de los hechos, se consideran la planificación de las muertes, el grado directo de parentesco y el ensañamiento.

El móvil del espeluznante doble crimen sigue siendo un misterio, además de escapar a cualquier razonamiento humano lógico. Todo apunta, eso sí, a una venganza, revancha o desavenencias por unas propiedades con su exesposa, que continúa en estado de shock, y de la que lleva separado alrededor de tres años. El otro gran enigma del caso, sobre el que pesa el secreto sumarial, parece, según fuentes fidedignas, que tiene una respuesta escalofriante. El padre habría atado con bridas a las niñas, pero no las habría sedado antes de degollarlas con una rebarbadora pequeña. Según las mismas fuentes, tras cometer el doble asesinato, el supuesto infanticida llamó por teléfono a su exesposa para decirle "matei ás nenas". Fue entonces cuando Rocío Viétez dio aviso a la Guardia Civil. Era demasiado tarde.

El escenario que se encontraron los agentes en la vivienda fue terrible. De hecho, no se permitió a familiares directos entrar a reconocer los cadáveres. En el baño, cerrado a cal y canto, estaba el padre con pequeñas lesiones en las manos y en los brazos. Supuestamente, había intentado suicidarse, pero las heridas eran muy leves. Tras su inmediata detención, y después de pasar por el Hospital de Montelecelo, David Oubel, que se declaró abiertamente homosexual tras la separación de su mujer (la dejó por otro hombre, que ya no es su actual pareja), pasó la noche del viernes en los calabozos de la Comandancia de la Guardia Civil de Pontevedra.

El supuesto infanticida llamó a su exmujer: "Matei as nenas", le dijo. El Fiscal pidió que sea juzgado por un tribunal popular


A las 12.28 horas de ayer, con casi media hora de retraso sobre la prevista, y en un coche de la Policía Judicial de la Guardia Civil sin rotular, el detenido llegó al edificio judicial caldense. Una hora antes ya eran decenas los vecinos que se habían concentrado en la plaza anexa. Ante las numerosas personas que podian avalanzarse encima del detenido, la Policía Local de Caldas acordonó un amplio espacio que cubría toda la fachada de los juzgados.

David Oubel se resistió a salir del coche del instituto armado. Lo hizo cuando tres guardias lo arrastraron a la fuerza fuera del vehículo. Entonces comenzaron a escucharse gritos y más gritos: "¡Asesino!", "¡Cabrón!"; "¡Desgraciado!"; "¡Maricón!"; "¡Hijo de puta!". Los gritos se intercalaban con algunos sollozos: "¡Asesino, que estaban en lo mejor de su vida!", clamaba una vecina, que conocía tanto a él como a las niñas. Tampoco faltaron las peticiones a las fuerzas de seguridad del ‘ojo por ojo, diente por diente’. Fueron muchas. "¡Matadlo, que el mató a sus hijas!", gritaban.

Pero más tumultuosa y conflictiva que la entrada fue la salida del detenido, a las 16.45 horas. De las 200 personas que había al principio junto al edificio judicial, unas 100 aguantaron estoicamente, a pleno sol, las más de cuatro horas que estuvo el detenido en el juzgado. Cuando salió -esta vez con la cabeza tapada, a diferencia a su entrada- los congregados rompieron el cordón policial para intentar abalanzarse sobre el supuesto parricida. Se vivieron momentos de tensión. Una docena de agentes evitó que la multitud se tomase la ley por su mano.

De mantenerse las imputaciones, David Oubel, de 40 años, podría ser el primer supuesto asesino al que se le aplicase la normativa que recoge el nuevo Código Penal: cadena perpetua, aunque revisable. Así lo señaló ayer el fiscal del caso, Alejandro Pazos, quien recordó que "al tratarse de supuestos asesinatos y al ser menores de 16 años podría enfrentarse a la prisión permanente revisable".


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