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La importancia del equipo

HACE UNOS MESES, cuando en Lugo se debatía vivamente sobre la Ora -ya saben, esos debates que van del todo a la nada-, el BNG tuvo el acierto de organizar una visita a Pontevedra para mostrar su modelo de movilidad urbana, que no deja de recibir premios y tiene en los pontevedreses a sus más fervientes defensores. Acudieron lucenses en las antípodas ideológicas, representantes de asociaciones de vecinos que son enemigas declaradas y portavoces de colectivos profesionales con sus particulares intereses. El BNG lucense consiguió meterlos en un autobús y el pontevedrés, en el bolsillo. O poco menos. Hasta los que habían viajado con más reservas, a la vuelta reconocían que el modelo funcionaba, que no tenía peros. Salvo si sería replicable a una urbe como Lugo. El fundamental.

La comitiva pudo ver los aparcamientos disuasorios, los circuitos para sacar a los coches del centro de la ciudad y cómo, en las zonas peatonales, eran los viandantes los que hacían esperar a los vehículos. Como marca la ley y el sentido común, pero justo al revés de lo que sucede en Lugo.

Además de lo que vieron, fue determinante el papel del equipo que les recibió y les expuso las claves de la ‘solución Pontevedra’. Junto al alcalde estaban el jefe de la Policía Local, el concejal de movilidad y patrimonio, el director general de urbanismo, un ingeniero y el responsable de comunicación del gobierno, un grupo de políticos y técnicos que, como cualquier equipo, tendrá sus diferencias, pero desprende mucha sintonía. Se percibe enseguida por cómo hablan y por cómo se relacionan. Tienen, además, varios puntos en común: conocimiento, experiencia y dotes para comunicar. Si a eso se suma un regidor enérgico y con carisma, el cóctel es un éxito. Que Pontevedra sea ejemplo para otras ciudades y el BNG siga gobernando la urbe parecen las mejores pruebas.

La importancia de los equipos está fuera de toda duda para cualquier actividad, pero si hay una donde el acierto o la equivocación se percibe de forma flagrante y a todas horas es en la política: en la batalla por el voto y el poder y en la gestión de los asuntos públicos. En el inicio de su segundo año de mandato, la alcaldesa de Lugo, Lara Méndez, está tratando de ampliar el suyo con la creación de una dirección general de recursos humanos. Cree, como parte de la oposición y de los sindicatos, que muchos de los problemas de funcionamiento que tiene el Concello, que repercuten directamente en los ciudadanos y sacan los colores al gobierno, se deben a problemas de personal. A la escasez; a la deficiente organización; a que hay trabajadores que llevan años subidos a las barbas de los políticos, otros desmotivados... También hay quien hace una lectura a la inversa y atribuye la situación a una deficiente gestión política, pasada y presente. Y, como casi siempre suele suceder, seguramente ambas percepciones tienen parte de verdad.

Los aspectos a mejorar son tan numerosos como delicados muchos de ellos, por lo que, si la propuesta del gobierno sale adelante y si, como todo parece indicar, es una persona interna quien asume el reto de organizar y de poner orden en la plantilla, el paso al frente puede valorarse doblemente. Conocer la casa es, desde luego, una ventaja, como el hecho de que en ella va a tener aliados, pero el riesgo que asume también es mayor.

El gobierno tiene puestas muchas expectativas en que esta decisión -que todavía está pendiente de obtener la aprobación del pleno- sirva para mejorar la gestión administrativa, aunque esta deberá ir acompañada de acierto político. Y en este aspecto, al equipo de Méndez todavía le quedan cuestiones que afinar.

Salir en tromba contra la Xunta cuando esta anuncia inversiones en la ciudad, por mucho que lleguen con retraso y que sean insuficientes, es una estrategia arriesgada. La alianza que mantiene con la controvertida federación vecinal puede que tampoco le reporte tanto beneficio como a lo mejor cree y, a nivel interno, es posible que también haya aspectos que necesiten mejora. No solo la oposición echa de menos una interlocución más directa y continua con la alcaldesa, así como más muestras de confianza. Hay quien la sigue viendo demasiado encerrada en su círculo. En este sentido, la ampliación del equipo también puede servirle para tener más perspectivas de los asuntos.

Méndez ha cumplido un año de mandato y el hecho de que hubiera heredado muchos marrones ya no le va a valer mucho más tiempo como excusa. El legado también tenía partes positivas -la economía saneada, por ejemplo, algo fundamental- y toca demostrar que el nuevo gobierno es capaz de gestionar mejor que el anterior.

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