Opinión

La deseada lluvia y la escampada

MIENTRAS GALICIA desea las lluvias que pongan fin a la plaga anticipada de los incendios forestales y a una sequía que amenaza con graves problemas por falta de agua, Mariano Rajoy espera que pase la tormenta de múltiples frentes abiertos, que desató en la sociedad española uno de los mayores escándalos de corrupción incrustado en el PP madrileño de Esperanza Aguirre. Con el PIB en subida, aunque los salarios continúen a la baja, y con un pacto con los nacionalistas vascos que le permita aprobar los Presupuestos, Mariano Rajoy espera la continuidad estable sin mayores sobresaltos. Mariano Rajoy es ahora en sí mismo la tabla de la estabilidad institucional, con un PSOE que solo mira hacia dentro de sí mismo en unas primarias cargadas de incertezas para el partido y para la política española, con la amenaza del independentismo catalán y, sorpresa, con la indignación que se reactiva con fuerza por una corrupción que vuelve con fuerza. Este momento -estabilidad para el Gobierno, Presupuestos que se pueden aprobar, economía en crecimiento y reconocimiento en Europa-, estaba llamado a ser un tiempo de calma y disfrute para Rajoy, antes de que llegue el nuevo frente que se anuncia por el noreste, o sea Cataluña. El PP madrileño y sus corrupciones caciquiles y provincianas se lo reventó. La tormenta que se levantó en el Canal madrileño es tal que ni Rajoy podrá disfrutar la marcha, al fin, de Esperanza Aguirre. Esta cazatalentos del enriquecimiento rápido nunca aceptó al político gallego como un "líder nacional". Le puso todas las zancadillas imaginables y hasta activó contra él todo el armamneto de la "Brunete mediática", en terminología descriptiva y valorativa que acuñó para otras causas Arzallus. España se ha ido de puente. Pablo Iglesias prepara la moción de censura en el Congreso y en la calle. Pero el único candidato alternativo sigue siendo Rajoy.

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