O Escouridal y la Pena Abaladoira abren rutas hacia O Cadramón

El enorme salto de agua entre Alfoz y O Valadouro cada vez es más visitado por senderistas ►Con sus más de 70 metros de altura, la fervenza rivaliza en altura con la de Ézaro en el Xallas

El grupo de exalumnos de Águeda Barcia en el instituto Monte Castelo que continúa repasando sus lecciones de biología y geología visitó hace unas semanas la Fervenza de O Escouridal, en pleno corazón de O Cadramón y línea divisoria en la montaña entre Alfoz y O Valadouro. El lugar, uno de los rincones de la Serra do Xistral que acopian agua —en este caso para el río Guilfonso—, que después llegará al Ouro, rivaliza en verticalidad y altura con otros saltos famosos de Galicia, como es el de O Cadoiro, en la desembocadura del Xallas, más conocido como la Fervenza del Xallas, en plena Costa da Morte.

Allí el desnivel supera los 150 metros, con un salto de agua final de 40 metros que adorna las cercanías del Monte Pindo y en O Escouridal la sucesión de saltos y pozas, también entre impresionantes rocas graníticas, supera los 70 metros de altura. ¿De dónde surge tanta agua si poco más arriba ya solo está la bóveda celeste? De la naturaleza, de unas entrañas de O Cadramón cada vez más amenazadas por el ascenso del eucalipto pero que todavía no secan el barranco, tal como sí ocurre con el caudal del Xallas que se queda la presa para aprovechamiento hidroeléctrica en la central de O Pindo. En el futuro, ¿quedará algún paisaje a salvo de cultivos de eucalipto y de kilovatios? Al menos, de momento allí los vehículos no pueden acercarse mucho.


La caída entre pozas y rocas graníticas de O Escouridal es escalable por un lateral y muestra el poderío de la montaña en O Cadramón


Y el tributo en electricidad lo aporta el viento, en sucesiones de parques eólicos del Xistral como los Álabe Soán-Álabe Leste-Álabe Nordés-Álabe Mareiro... Al pie de O Escouridal, el enorme barranco suelta agua con estruendo y velocidad. Se puede llegar a través de dos rutas: una más larga desde O Pereiro, la que empleará mañana un grupo de senderistas que espera cubrirla en tres horas y media, o la elegida por el gran conocedor y promotor de los paisajes de O Valadouro, Bautista Vivero, que parte de la capilla de San Cosme (donde pueden dejarse los coches) y al final de las pistas se va estrechando en un sendero, con el tiempo detenido entre paredes graníticas.

Hoy se ven senderistas pero antaño el santuario de San Cosme recibía en buen número devotos que llegaban andando o llevaban su ganado a bendecir. La ganadería sigue muy presente en la vida de O Cadramón.

En poco más una hora hacia la base de la cascada se anda el camino, de dificultad media, y queda tiempo para el mejor tentempié posible, a base de chorizos de cerdo celta y potro, de elaboración local. También para detenerse en la frescura bajo la fervenza, un lugar con aguas cristalinas y que rivaliza en belleza con otros saltos gallegos también famosos, el barreirense de Santo Estevo do Ermo, Augacaída en la Ribeira Sacra, los de los ríos Barbantiño y Belelle o Vilagocende, en A Fonsagrada.

Tras dejar O Escouridal y la Fraga de Guilfonso, hay que ir en coche hasta la Pena Abaladoira para intentar mover sus mitos y redondeces de más de 20.000 kilogramos. Se consigue, ligeramente.

Pena Abaladoira

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