La aventura transalpina de Maite García

Reconoce que le está costando "un poco más de lo esperado" adaptarse al Ternana y a la Liga italiana femenina
Maite, durante un partido con su equipo italiano, el Ternana
photo_camera Maite, durante un partido con su equipo italiano, el Ternana

Una de las jugadoras que más se están echando de menos esta temporada en el pabellón Vista Alegre es Maite García de la Montaña, la gran capitana que levantó la pasada temporada la Supercopa y la Liga para el Pescados Rubén Burela FSF. Tras cinco años en la entidad mariñana.

La jugadora extremeña decidió embarcarse en la aventura italiana y fichó por el Ternana, donde está viviendo un inicio de competición convulso, con resultados irregulares, quejas arbitrales e incluso jugando en un pabellón diferente al habitual un partido como local. "Somos un equipo casi nuevo y las que hemos llegado este verano estamos teniendo muchos minutos, por lo que nos está costando un poco más de lo habitual adaptarnos. A nivel personal es cierto que estoy jugando bien, pero aún no me encuentro del todo cómoda con las chicas, porque me cuesta entenderme con ellas por el idioma, y físicamente estoy bastante lejos del nivel que sé que puedo dar", puntualiza.

A pesar de ello, en el fútbol sala transalpino comienzan a disfrutar de las características que hicieron tan querida a Maite en Burela. "He pasado de que me llamasen furia ibérica a ‘motorino’, por lo que corro", comenta entre risas. Sus cualidades se amoldan perfectamente al apodo de ‘Le Ferelle’, que recibe la Ternana: las Fieras.

Maite se está encontrando con una competición y un fútbol sala muy diferente al de España. "Cambia todo muchísimo. Los árbitros son un auténtico desastre, el sistema de competición te permite tener algún tropiezo en la primera fase y tácticamente se trabaja mucho más y mejor en España", valora. Otro factor al que le está costando acostumbrarse es al horario de los partidos. "Siempre se juega los domingos a las cuatro de la tarde y de momento no lo llevo nada bien", desvela.


El apunte.
Un guiño al Burela FS: "Jugamos fuera, a 500 kilómetros y vino un grupo numeroso, me recordó algo"


La excapitana burelista está muy contenta con el recibimiento y el trato que le están dispensando en la Ternana. "Esta temporada han apostado muy fuerte y quieren pelear por todo. Tenemos una afición muy fiel, que no se calla en ningún momento y que siempre nos acompaña. El otro día jugamos a unos 500 kilómetros de Terni y vino un grupo numeroso. Me recuerda un poco al Burela, tanto por la apuesta del club como por la afición".

Maite tampoco se olvida de su exequipo. "Siempre que puedo ver partidos del Burela o de otros equipos de la liga española, los veo. El otro día las vi jugar contra el Poio y todavía es difícil hacer una valoración. Es un equipo prácticamente nuevo, nos hemos ido jugadoras que jugábamos muchos minutos, han venido chicas muy jóvenes y las brasileñas se irán metiendo poco a poco en el juego de cuatro, que siempre les cuesta un poco adaptarse. La portería sigue bien cubierta, ahora están sacando puntos, que es importante a nivel psicológico, y estoy convencida de que en la segunda vuelta van a ir a más porque cuentan con los dos entrenadores más inteligentes que he tenido en mi carrera".

TERREMOTOS. La exfutbolista del Pescados Rubén-Burela FS Maite está viviendo en primera persona los terremotos que desde hace unas semanas mantienen en jaque a muchos pueblos y ciudades históricas del centro de Italia. La jugadora reside en Terni, una población que se encuentra a poco más de 50 kilómetros en línea recta de lugares como Amatrice o Norcia, epicentro de varios de los seísmos más fuertes y auténticas zonas cero del desastre. 

"La verdad es que al principio lo llevaba con un poco de miedo, pero la gente aquí te tranquiliza mucho porque no es la primera vez que sucede", explica Maite, que aclara que el hecho de habitar en un edificio nuevo aporta tranquilidad: "Aquí se notan los temblores, pero no va más allá. Es muy difícil que pueda suceder un derrumbe".

Lo que más inquietud genera es la prolongación en el tiempo de los temblores. Sin ir más lejos, en la madrugada del jueves se dejó sentir uno de 5,0 grados en la escala de Richter. "Ninguno me había despertado. Estás en la cama, te despiertas y notas cómo se mueve todo. Es una sensación difícil, incómoda, una pasada", rememora Maite. Pero incluso más le impactó la experiencia vivida el pasado domingo, cuando sufrió junto a sus compañeras el seísmo más fuerte, de 6,5 grados, registrado en Italia desde el año 1980. "Eran alrededor de las 7.40 horas de la mañana y acabábamos justo de llegar a la cafetería en la que nos citamos para iniciar los viajes cuando jugamos fuera. De repente todo se empezó a mover, el zarandeo de los cristales era impresionante", relata.

Pese a la aparente tranquilidad que reina en Terni en el día a día, Maite es consciente del drama y las dificultades que se viven a pocos kilómetros de su lugar de residencia

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