Opinión

La autocensura

Vivimos tan obsesionados con usar la palabra políticamente correcta que muchas veces nos olvidamos de que más que cambiar la semántica habría que arreglar la realidad. El problema no es, por ejemplo, si la violencia es doméstica, de género, machista, intrafamiliar... El problema es que esa violencia existe y que de forma masiva son las mujeres las que la sufren y muchas veces los hijos acaban pagando las consecuencias. Como escribía el otro día un sesuso columnista, "no por llamarle invidente mejora el ciego su visión". Así que, dentro del buen gusto y el lógico respeto, llamémosle a las cosas por su nombre y huyamos del eufemismo y la autocensura. Que las redes sociales no condicionen nuestra forma de ser, hablar, escribir o entender la vida. Si empezamos por medir las palabras acabaremos por no decir la verdad. Ser sincero, como decía André Maurois, "no es decir todo lo que se piensa, sino no decir lo contrario de lo que se piensa". 

Un Gobierno elefantasíaco 

¿Hacían falta cuatro vicepresidentes y la veintena de ministros? ¿Es acorde con estos tiempos? ¿Qué coste tendrá este exceso? ¿Saben los políticos que hay gente con dificultad para llegar a fin de mes?

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