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Justicia injusta y agua seca

Concentración feminista tras el fallo judicial contra la Manada en mayo de 2018. EFE
photo_camera Concentración feminista tras el fallo judicial contra la Manada en mayo de 2018. EFE

NO EXISTE la Justicia lenta. Tampoco la Justicia politizada, ni la Justicia dependiente, ni desigual, ni manipulada. Si aceptamos eso acabaremos aceptando la Justicia injusta, que es como si usted se va al desierto, llena un vaso con arena y acaba creyendo que lo que se va a beber es agua seca.

Hay palabras que pierden todo significado cuando se rodean de adjetivos. Si la Justicia es lenta podremos llamarla como usted quiera, salvo Justicia. Nos hemos acostumbrado tanto a hablar de Justicia con adjetivos que ya todo nos parece normal: desde los aforamientos que protegen a unos pocos privilegiados, hasta la inviolabilidad del jefe del Estado o el trato distinguido que se da a determinadas personas cuando son llevadas ante un juez.

Hay últimamente algunos casos que generan desconfianza entre la población o entre parte de ella, tampoco nos vamos a erigir usted y yo en portavoces del pueblo español, ni ganas que tenemos, al menos yo, no sé usted, caballero. Igual usted sí cree hablar por todos. Yo hablo por mí, y siempre de más. Pues tenemos a los independentistas en prisión, por ejemplo. Puede usted considerar que son políticos presos o presos políticos, como vea. Yo creo que son presos políticos. Su permanencia en prisión desde noviembre de 2017 sólo puede deberse a tres cosas: el riesgo de fuga, de reiteración del delito o de destrucción de pruebas. En cuanto al riesgo de fuga, a ver. No están presos para que no se fuguen: lo están por no haberse fugado.

Los que sí lo hicieron viven libres en Bélgica o en el Reino Unido, o en donde sea porque no hay tribunal en Europa que haya aceptado mandarlos de vuelta. Eso es porque la Justicia funciona bien solamente en España y todos los jueces de Europa son tontos de remate. Uno de los hoy presos, Joaquim Forn, estaba en Bruselas. Podía haberse quedado allí, como hicieron otros, pero no lo hizo. Se vino y se presentó a declarar. Pues ahí lo tienen. En cuanto a la reiteración del delito, no sé. Tampoco son presidiarios por ser presuntos asesinos de ancianas, no vaya a ser que si los sueltas vuelvan a poner unas urnas. Tampoco creo que ahora mismo tengan ganas de montar otro referéndum, que si quisieran también podrían hacerlo otra vez desde la cárcel o desde el exilio. Y no sé qué pruebas podrían ocultar a estas alturas. En todo caso, a fecha de hoy no están condenados por haber cometido delito alguno.

Lo malo de la Justicia son los agravios comparativos. Los que no tenemos ni idea de leyes no entendemos, por ejemplo, que un grupo de jóvenes de Alsasua lleven casi tres años en prisión por una pelea de borrachos. Peleas de borrachos las hay todos los días, por desgracia, en todo el Estado, y no veo yo que a nadie lo metan en prisión preventiva y luego lo condenen hasta a 13 años por una pelea de borrachos. Pero como fue en Alsasua y dos de los involucrados eran guardias civiles, pues eso 13 años. Pues no se entiende, decía, que mientras eso sucedía, los de La Manada eran recibidos con vítores en una caseta de feria porque estuvieron libres durante meses y hasta que el Supremo dictó su sentencia.

Pues un jurista podría explicarnos asuntos que usted y yo no entendemos, caballero. Que los de La Manada estaban libres porque tal y los de Alsasua presos porque cuál. El sentido común dice otra cosa: que una violación en masa es más grave que una bronca de taberna. Millones de mujeres en toda España salieron a la calle y vivieron angustiadas todo este tiempo porque se sentían identificadas con la víctima. No sé yo cuántos guardias civiles viven angustiados por una pelea de borrachos, pero igual no son tantos.

Y son esos agravios comparativos los que no se entienden. No se puede pedir al pueblo que sea experto en leyes, pero sí a los legisladores que hagan su trabajo. Porque la culpa no es de los jueces, o no toda. Si las leyes que hacen los políticos son tan elásticas que permiten que un juez, como sucedió con La Manada, emita un voto particular en una sentencia anterior en el que se muestra a favor de la libre absolución y otros eleven la pena a 15 años, pues puede que la culpa no sea de los jueces. No debe ser posible tal disparidad de criterios. Dirá usted que para eso están los recursos y una Justicia garantista y es verdad, pero una cosa es ésa y otra que ante unos mismos hechos, unas mismas pruebas y con las mismas leyes, unos pidan la absolución, otros condenen por un delito y otros la revisen para incluir la violación y elevar la condena. Si hay algo que todos hemos aprendido de Rajoy es que un plato es un plato y un vaso es un vaso.

La Justicia tiene que ser creíble, uno de los pocos adjetivos que le quedan bien, porque si no lo es, tenemos un problema. No podemos vivir con la sensación de que un caso depende de la posición ideológica de un juez, pues si mal está que la Justicia esté politizada más lo es que la política esté judicializada.

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