"José Vázquez Cereijo tenía un gran 'rastrismo', era un buen amante de la acumulación de objetos"

Cada domingo, a las 7 de la mañana, se presenta en el Rastro. Colecciona cuadros, libros y consensos. Visitó Lugo para organizar una exposición de Vázquez Cereijo que hará la Diputación en la ciudad

Juan Manuel Bonet, en el claustro del Museo Provincial de Lugo. SEBAS SENANDE
photo_camera Juan Manuel Bonet, en el claustro del Museo Provincial de Lugo. SEBAS SENANDE

EL RASTRO ES la fuente de inspiración, coleccionismo y amistades de Juan Manuel Bonet (París, 1953). Crítico de arte y literatura, exdirector del Ivam de Valencia, del Reína Sofía, de la sede parisina del Cervantes y del propio Instituto Cervantes, cita al pintor lucense Vázquez Cereijo (Lugo,1940-2016) como su cicerón en el popular mercadillo madrileño.

¿Cómo lo conoció?
Teníamos una relación casi familiar porque Evaristo Correa Calderón –el exvanguardista amigo de Borges y Solana, el pombiano– era mi tío abuelo. Correa había publicado el primer poema de Luis Pimentel, que era tío de Vázquez Cereijo, Mi pequeño deseo, en la revista lucense Ronsel. José trataba a mi padre y heredé esa relación. Era un buen amante de la acumulación de objetos, de los gabinetes de curiosidades. Frecuentaba el Rastro desde los 60, por lo que lo conocía muy bien. Andrés Trapiello y yo empezamos a acompañarlo a principios de los 80. Estaba muy atraído por Centroeuropa. Le recomendamos Praga. La visitó y se quedó fascinado. Hizo unas ilustraciones que se publicaron acompañadas de poemas del checo Pavel Hrádok con tradución mía en 1994. Hubo críticas y comentarios sobre que ya era hora de que se tradujese a Hrádok. Se lo pasé a Clara Janés, que es la gran experta en poesía checa. Ella me dijo que no lo conocía. Yo le contesté: "Si tú no conoces a un poeta checo es que no existe". En realidad, los poemas los había escrito yo y ese nombre era un seudónimo.

Las aduanas son importantes en el surrealismo, Maruja Mallo y Ángeles Santos, eran hijas de agentes de aduanas

Vázquez Cereijo tenía una gran amistad con Maruja Mallo y admiraba a su tío Luis Pimentel.
Las aduanas tienen gran importancia en el surrealismo español. Las dos grandes mujeres del movimiento son Maruja Mallo y Ángeles Santos, hijas de agentes de aduanas. Visité a Vázquez Cereijo en su casa de Viveiro, donde había nacido Maruja Mallo. Fui uno de los que sufría sus llamadas telefónicas de dos horas.

¿Qué aprendió de Vázquez Cereijo en el Rastro?
Tenía un gran "rastrismo", que diría Andrés Trapiello en referencia a su capacidad para relacionar dos objetos y crear colección. Le gustaba buscar libros infantiles de vanguardia de los años 20.

Me decía que Evaristo Correa Calderón (Baralla, 1899; Trives, 1986) era "exvanguardista".
Era pombiano con 20 años. Asistía a la tertulia del Pombo; fue colaborador de revistas importantes; era amigo de Solana, que le hizo un retrato que se perdió. Todo eso era pasado para él. Después hizo libros de texto con Lázaro Carreter, editó a Gracián y a los costumbristas. También dio clases. Fraga Iribarne me recordaba que había sido profesor suyo en los años 40.

Su tío abuelo figura en las obras completas de Borges, en un poema colectivo con unos versos en gallego. Fue ultraísta. Estaba adscrito a ese movimiento literario de vanguardia que usted ha estudiado.
Mi primera referencia ultraísta fue Correa Calderón. El primer libro que mi padre me dejó fue Fervor de Buenos Aires de Jorge Luis Borges. Una primera edición.

Mi primera referencia ultraísta fue mi tío abuelo Evaristo Correa Calderón. He estudiado mucho el movimiento

¿Cómo era en el trato?
Lo vi dos veces. En su casa de Trives estaba rodeado de libros dedicados de autores como Juan Ramón Jiménez o Luis Cernuda. Cernuda le dedicó Perfil del aire porque lo sucedió como lector en Toulouse. También fue lector en Rumanía. Siendo yo un adolescente le hice un retrato. Era de aspecto severo, pero tenía mucho que contar.

Volvamos al Rastro. Trapiello encontró unos papeles del premio Nobel Santiago Ramón y Cajal.
Sí. Se lo conté al antropólogo de Atapuerca José Luis Arsuaga en un congreso en Puerto Rico y se enfadó muchísimo porque pudiese pasar algo así. Al día siguiente volaba hacia Madrid. Llegó a casa, dejó la mochila y se fue corriendo al Rastro. Encontró algunos papeles más de Ramón y Cajal.

¿Qué es lo más valioso que ha encontrado usted en ese mercado?
Primeras ediciones de García Lorca o Ramón Gómez de la Serna, cosas francesas, de los años 20 y cuadros, como uno de Ponce de León. Esa obra es lo más importante. Lo había descubierto en un número de la revista Blanco y Negro en la casa familiar de Neira de Rei, en Baralla.

¿La visitaba con frecuencia?
Cuando era chaval íbamos mucho. Después dejamos de hacerlo.

¿Qué recuerdos tiene?
El libro de Juan Ramón Jiménez que le decía antes, la atmósfera,... Mi abuelo era militar y gran aficionado a la pintura. Mi abuela era ama de casa y había publicado textos en Vanguardia Gallega, una revista de Juan Antonio Correa Calderón, hermano de Evaristo, donde también publicaba Castelao. Ese ambiente familiar junto a la formación de mi padre fueron influencias fundamentales.


CREADOR
"He bailado mucho ska con Los Ejecutivos Agresivos"

FUE UN PINTOR PRECOZ y un expintor precoz. Juan Manuel Bonet comenzó a hacer cuadros con 15 años y dejó de hacerlo con 18 años.

¿Por qué no siguió pintando?
Porque no aportaba nada. Siempre se dice que un crítico es un pintor frustrado, pues yo soy un pintor frustrado. Había formado un grupo, Equipo Múltiple, con Quico Rivas. Él siguió.

A los 15 años empezó también a escribir crítica.
Empecé a escribir a la sombra de mi padre en El Correo de Andalucía, que era un periódico de la Iglesia que hacía oposición al franquismo. Mi padre dirigía El Correo de las Artes. Para que no me dijesen que escribía por mi padre firmaba con seudónimo: Juan de Hix. Hix es la zona del Roselló francés del que procede mi familia materna.

La pintura es tan determinante para usted que conoció a su mujer, una historiadora polaca, debajo de un Miró, en Polonia.
Es cierto. Ese cuadro volvimos a verlo hace poco en París. Ella pasó de largo y tuve que avisarla. Siempre he estado con un pie en el arte y otro en la literatura. Mi primer prólogo de literatura fue de un libro de Rafael Cansinos Assens, el faro de Borges. Soy el presidente de su fundación, que no tiene mucha actividad, pero sirve para recordarlo.

Todo su trabajo se resume en una voluntad de integrar tradición y vanguardia, y personas de ideas encontradas.
Eso es lo mejor de las vanguardias. A veces son pedestres en sus manifiestos, como cuando Marinetti llamaba a destruir los museos. Hoy nos hace reír. Lo mejor de las vanguardias históricas es la capacidad para ver el mundo como algo integrado. En el 27español los poetas van con los pintores. Me gusta ese espíritu. Los vanguardistas de Lugo soñaban y vivían en casas tipo barco, estaban suscritos a la Revista de Occidente, venía La Barraca, las Misiones Pedagógicas, escuchaban a Stravinski, sabían de Freud, leían a Proust,... había gente así en otros sitios.

Usted encargó una exposición sobre el músico Erik Satie en un centro de arte, el Ivam. ¿Qué tuvo que escuchar?
Es la exposición de la que estoy más orgulloso. Incluía 17 picassos. Hubo comentarios positivos, pero también hubo quienes dijeron: "Son cosas de Bonet, que ya está con sus papelitos". Lo veían como una extensión del Rastro. Siempre he practicado el diálogo entre las artes. Hice una exposición de Tintín o conciertos con la "música degenerada", que decían los nazis, en el Ivam.

Dice que las instituciones culturales deben ser suprapartidarias.
Las instituciones culturales no deben tener sobresaltos. Los pactos son buenos. Soy de la generación de la Transición. Ahora se cuestiona, pero es estudiada en todo el mundo. Martín Villa estuvo hablando sobre la Transición en el Cervantes de Varsovia. Allí les interesa mucho.

Para integrar busca el equilibrio. Niega que el franquismo fuese un erial cultural.
Hay un ensayo de Julián Marías que dice que esa metáfora del erial no es acertada. No todos los vencidos se marcharon, algunos reconstruyeron sus vidas en España. El franquismo tuvo unos años muy duros, pero después hubo la reconstrucción cultural de Ruiz Jiménez. Julián María decía que los 40 fueron duros, que los 50 fueron no tenían nada que ver. Me gusta la idea de reconciliación del PCE, pero ahora no está de moda.

Usted conoció de cerca la Movida, pero opina que su aportación se exageró.
En arte aportó poco; en fotografía, Alberto García Álix; en pintura, Ceesepe,... pero me parecen más importantes Broto, Campano o Sicilia,el comienzo de la Nueva Pintura Española.

¿No le parece que la Movida supuso una apertura al mundo tras el franquismo?
Es que llevábamos tiempo haciéndolo. La Movida fue atractiva para los que venían de fuera, pero en lo hondo no fue tanto el cambio. En la Movida había grupos de pop con gracia...

Dígame uno.
Los Ejecutivos Agresivos. He bailado mucho ska con ellos.

Usted no ha subido 7.000 metros en el Himalaya; pero su hijo Miguel, sí.
Eso no lo heredó de su padre ni de su madre. Dice que, como es hijo de dos coleccionistas, solamente quiere un portátil y un móvil como oficina. Ahora también hace surf. Un día, siendo pequeño, nos preguntó por que no vendíamos todos los libros de casa y hacíamos una sala de deportes. Miguel ha llegado lejos en el arte y en la gastronomía. Mi otro hijo, Pablo, también escala. Su abuelo materno era escalador en Polonia.

Latinoamérica
"Baldo Pestana es un fotógrafo con la luz de Vermeer"


EL INTERÉS por Latinoamérica es una obligación del Cervantes. Bonet insistió en ella mientras fue director en París y director general.

Sostiene que París es una ciudad muy hispana.
El exilio español de todos los siglos pasó por allí: Picasso, Falla, Granados, Goya,... Hace poco leí que el policía que seguía a Goya no sabía si era liberal o absolutista. Los monárquicos derrotados fueron a París,... Isabel II vivió en París. Admiraba a Van Gogh y en 1901 fue a una exposición de Picasso. ¡Isabel II y Picasso! Viví el París latino. En los cafés de Montparnasse estaban Buñuel y Tono junto a César Vallejo, Miguel Ángel Asturias o Alejo Carpentier. Forcé una exposición de Cortázar y Rayuela en París y publiqué un libro sobre el París de Cortázar, que voy a ampliar con más páginas y 200 ilustraciones.

También promovió una exposición sobre Baldomero Pestana, fotógrafo de Castroverde.
La historiadora del arte Gloria Crespo me dijo que había que enseñarlo. Conocía algunas fotos suyas, pero no sabía de quien eran. Me quedé con la copla. Su familiar Carmen Rico vino a verme un día y lo contraté para el Cervantes. Es un fotógrafo con la luz de Vermeer, de un clasicismo atemporal. Es magistral.

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