Jóvenes silenciosos

Vivimos tiempos  difíciles y no sólo por la crisis económica que nos asola sino, fundamentalmente, por la crisis de valores y de ideas que impera.

Lo dijo Solchaga hace ya unos cuantos años: España es el país del mundo dónde más rápido se puede hacer uno rico.  Ahí se resume la esencia del  pensamiento socialista en los últimos veinte años y sus desastrosas consecuencias.

Instrumento fundamental de la transformación social emprendida por el PSOE, fue el cambio de valores en el sistema educativo, desincentivando el esfuerzo y primando el pasotismo en aras de un supuesto igualitarismo. Y lo peor, con la pasividad de los padres que, fruto de complejos pasados,  aceptaron sin rechistar la supuesta superioridad moral de la izquierda y la modernidad de sus valores.

Y en cuanto a las ideas, una vez derribado el Muro de Berlín y lo que representaba, le ha tocado el turno, dicen, al liberalismo, cuando en realidad lo que ha caído es un sistema dónde los controles se relajaron  hasta desaparecer.  No falla el sistema de libre mercado que con sus inconvenientes es el mejor de los posibles,  fallan los controles del sistema, que es bien distinto.

Lo que más sorprende de la situación actual es la indulgencia de los más jóvenes. ¿Dónde están las juventudes de los partidos políticos? En una situación así era impensable hace no mucho que no fuesen los jóvenes quienes estuviesen en vanguardia, ahora únicamente silencio. 

Las juventudes de los partidos siempre fueron, al menos para los que creemos en tal modelo, escuela de políticos y, sobre todo,  vanguardia de ideas, muchas disparatadas pero otras aprovechables. Ejemplo de lo primero son los diputados Bieito Lobeira o Lage Tuñas, en el BNG y PSOE, respectivamente, y de lo segundo la desaparición de la mili, que surgió de las juventudes del PP, en contra, al principio, de sus propios “mayores”.  

Es triste ver que en la actualidad las organizaciones juveniles partidistas tienen los mismos problemas que los monjes cartujos: faltan vocaciones, claro que por motivos distintos, Juventudes Socialistas y Galiza Nova por motivos evidentes: estar en el gobierno limita mucho tu capacidad de acción. Y en el caso de las juventudes del PP por motivos tan secretos como la fórmula de la Coca Cola.

De cara a las elecciones de marzo,  Feijóo  quiere movilizar hasta el último militante, pero intentarlo habiendo dejado languidecer antes las juventudes de su partido es como jugarle al Barça con tres defensas: terminas llevándote un saco y no de votos precisamente.

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