José María Carrascal: ''La ciudad de Lugo conserva su esencia mejor que Nueva York''

José María Carrascal // FOTO: Gerardo Vizmanos (NY)

José María Carrascal (El Vellón, Madrid, 1930) lo ha contado varias veces: las ciudades que más han marcado su vida son Lugo y Nueva York. En Lugo vivió casi 10 años desde 1937 y en Nueva York, 20 años como corresponsal de varios medios españoles desde 1966. En esa ciudad tiene un apartamento y pasa medio año. Allí nos habla de su nuevo libro.

«A Lugo vuelvo todos los años para la reunión con mis compañeros de instituto y precisamente lo que me encanta es descubrir que la esencia de la ciudad se mantiene». El periodista, premio Puro Cora en 2009, nos concede esta entrevista en su barrio de Manhattan, en el parque del cartel de la película ‘Manhattan’ de Woody Allen, sentado con un ejemplar de su nuevo libro, ‘El mundo visto a los 80 años’.

Mítica imagen de la ciudad…

Sí, es mi barrio de Manhattan, lo he visto cambiar mucho. Ha pasado por muchas fases distintas, casi siempre para mejorar, pero también ha sufrido grandes crisis. En los años 60 la gente huía del centro de la ciudad porque era peligroso y no muy recomendable para las familias. Alquilar y comprar vivienda era más barato que en Madrid.

En 1966 el diario Pueblo le envía como corresponsal a Nueva York, ¿cómo fue la llegada a la ciudad?

Nunca me olvidaré. Llegué el 26 de abril de 1966 un día de lluvia torrencial. Fui casi directamente a la Onu, muy cerca de donde estamos ahora, a la sección de prensa para conseguir la acreditación. Llevaba la carta de presentación del periódico completamente empapada por la lluvia, no llevaba fotografía, la carta no estaba en inglés. Nada importó, a los 5 minutos tenía mi carnet nuevo. «Mire usted, si le hago venir mañana, le quito tiempo a usted y a usted mí». Me sorprendió la agilidad de la burocracia.

Veintiséis años como corresponsal en Nueva York y aún sigue unido y enamorado de esta ciudad.

Sí, Nueva York lleva tiempo siendo la nueva Roma de Augusto, la capital del mundo, el sitio al que se viene a triunfar. Sin embargo, en temas de calidad de vida sabemos mucho en España. Recuerdo el comentario de un americano que llegó a una ciudad pequeña de Castilla. Lo primero que preguntó era qué fiesta se celebraba ese día. Ninguna, le contestaron, la gente pasea por el centro de la ciudad todos los días por las tardes. «¡Son millonarios y no lo saben!», dijo el viajero.

¿Mantiene relación con la colonia gallega en Nueva York?

Sí, he presentado varios libros en la Casa de Galicia en su sede de Astoria, en Queens. La gallega es la colonia española más organizada en Nueva York, por no decir la única. En sus orígenes, la sede de la asociación estaba en Manhattan y aún mantienen la propiedad el edificio en la calle 11 cerca de Union Square. Lo tienen alquilado a una famosa discoteca de la ciudad, y tal y como están los alquileres hoy en día, tengo entendido que es una opción muy rentable.En Estados Unidos siempre he mantenido relación con muchos españoles expatriados, y he tenido grandes amigos gallegos. Aprendí mucho sobre la república y los fallos cometidos en esa época con mi amigo Emilio González López, político galeguista y catedrático de Derecho Penal en España. Se exilió en Estados Unidos después de la guerra civil española. En aquella época tratábamos mucho también a otro gallego, Agustín Núñez, quien abrió la primera sucursal en la ciudad del Banco Central, luego Santander.

¿Le tocó vivir el 11 de septiembre de 2001 en la ciudad?

Mi mujer y yo somos como las cigüeñas. Venimos a Nueva York a primeros de octubre y nos vamos después de Reyes. El 11 de septiembre aún estábamos en Madrid. Llegamos a la ciudad unas tres semanas después de lo ocurrido. Había polvo en el aire y el ruido de la ciudad se había reducido considerablemente. Las banderas y los altares improvisados estaban por todas partes.

Para revitalizar la ciudad habían establecido un menú único de 25 dólares en los grandes restaurantes. Recuerdo que estábamos en un restaurante mítico de la ciudad, La Côte Basque, al que iba Dalí en su época. Una señora de la mesa de al lado, se levantó y nos dio las gracias por haber viajado a Nueva York en aquella época tan dura para la ciudad después de los atentados. Nunca supo que realmente teníamos casa aquí, pero es un ejemplo de cómo los estadounidenses se unen ante la adversidad y empujan en la misma dirección. En España la mayoría de las veces usamos la adversidad para levantar el dedo acusador. Algo parecido ha pasado con la crisis del ébola. Tanto en España como en Estado Unidos se han producido fallos en la seguridad a la hora de tratar a los enfermos, pero las críticas a la gestión han sido, en mi opinión, más equilibradas en el caso americano.

Acaba de publicar un nuevo libro, ‘El mundo visto a los 80 años’, ¿cómo ve el mundo?

Lo veo con la perspectiva de la experiencia. El libro es una recopilación de pensamientos y comentarios sobre los acontecimientos más importantes que he vivido desde que tengo uso de razón. Reflexiono sobre los estados y los continentes, de cómo Europa está perdiendo peso frente a Asia y los países emergentes. Escribo sobre ecología, las artes, la religión, España…. Y también sobre la ciencia. Me apasiona el descubrimiento de la materia dentro del átomo. A veces cuanto más investigamos, menos entendemos porque en la física cuántica, las leyes convencionales de la física no se cumplen. El principio de la incertidumbre parece haber impregnado a todo en la vida actual. Sin embargo, yo soy optimista, creo en el progreso, porque el mundo ha avanzado mucho en mis años de vida, aunque los avances no son siempre lineales, sino zigzagueantes y a veces se producen retrocesos.

Estados Unidos acaba de renovar el Congreso y los republicanos son ahora mayoría, ¿afectará a los dos últimos años de la legislatura de Obama?

Sí, evidentemente le va a costar más al presidente Obama gobernar sin el apoyo del Congreso y el Senado. Yo creo que Obama pasará a la historia con mejor reputación que su antecesor. Parece que la crisis en Estados Unidos está superada, actualmente rondamos un 6% de paro. Ha sido un presidente más moderado en política exterior y aunque sus grandes proyectos como el de la sanidad, no se han culminado del todo, creo que se han conseguido mejoras. Por otro lado, el avance social que supone tener a un presidente afroamericano es un reflejo de cuánto ha evolucionado este país. Cuando llegué a Estados Unidos, el matrimonio interracial era delito en varios estados.

¿Hay menos corrupción aquí que en España?

En Estados Unidos la corrupción existe igual que en España, quizás sea menos mediática. Aunque también tenemos que reconocer que España es el único país que tiene un género literario dedicado exclusivamente a la picaresca y eso tiene que marcar de alguna forma. La corrupción empieza en prácticas muy extendidas como los enchufes y favoritismos y continúa con los casos que estamos últimamente viendo en los medios. La corrupción no es sólo un tema de partidos ni de ideologías, es un tema de personas y lo importante es que no impregne al sistema y que se persiga como se está haciendo. Usarla como arma electoral y creer que un partido determinado puede solucionar la situación es una equivocación, en mi opinión.

¿Cómo recuerda sus casi diez años en la televisión?

La televisión tiene un poder enorme. Cuando yo llegué a la televisión tenía ya una larga carrera como periodista y escritor, había ganado el premio Nadal en 1972, pero no era alguien reconocido por el gran público. A las pocas semanas de presentar las noticias de la noche, la gente me paraba por la calle como si me conociese de toda la vida.

Me encantaba dar las últimas noticias del día porque teníamos más tiempo para elaborar y reflexionar sobre lo que había pasado esa jornada, pero como dependíamos de la duración de los programas de máxima audiencia, a veces nuestro programa se emitía muy tarde. Recuerdo una noche en concreto en la que nuestras noticias iban a empezar a las 3.10 de la madrugada. Sobre las once de la noche, en un corte de publicidad, entré en directo unos segundos como todos los días para anunciar el contenido que íbamos a tratar y, en esa ocasión, les dije de broma a los espectadores que mejor que se fuesen a la cama. Fue la única vez en la que los jefes de la cadena me llamaron la atención.

Nueva York está muy bien, pero para comer Lugo.

Sin duda, aunque tengo que decir que la merluza del Centro Gallego de Queens está muy buena!

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