José-Carlos Bergantiños Díaz

Bergantiños, el falsificador que surgió de Parga 

La estafa artística cometida por los dos hermanos lucenses y la mexicana Glafira Rosales es la mayor de la historia

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El Progreso 23/09/2020

CUANDO TODOS SE preguntan cómo es posible que un tipo como José-Carlos Bergantiños Díaz (Guitiriz, 1955) ha podido protagonizar el mayor fraude artístico, no se dan cuenta de que en la propia pregunta va contenida en gran medida la respuesta. Solo un tipo como Bergantiños, tan osado como campechano, sería capaz de actuar así sin levantar sospechas.

Eso, y una serie de casualidades aderezadas con una férrea voluntad, una excelente estrategia y la dosis imprescindible de buena suerte.

En la redacción de El Progreso lo recordamos en la cresta de la ola, cuando acude para decirnos que su hija, la precoz Isolina Bergantiños Rosales, tocará el violín en la Casa Blanca ante el presidente o ante Juan Pablo II. Las conclusiones son unívocas. Qué bien relacionado está este hombre. Aunque a decir verdad, en privado siempre queda un margen para la maledicencia y para pensar que había gato encerrado.

Su padre logra que Isolina dé un concierto en la catedral de Lugo y como la niña agrada, el hombre no cabe en sí de gozo.

Los Bergantiños Díaz son tres hermanos de nombres compuestos para agradar al mismo tiempo a más de un pariente, Jesús-Ángel, José-Carlos y Jorge-Luis. Los dos primeros serán los protagonistas de la monumental estafa.

Son hijos de Jesús Bergantiños Rivera, que participa en la Guerra Civil, y de Isolina Díaz Campo. Ella es hija de Ángel Díaz López, capataz de la RENFE y de  Filomena Campo Fernández. La abuela paterna es Rosalía Rivera Prieto, fallecida en Parga a los 83 años. Además de Jesús, tiene otro hijo mayor, Antonio, que es el jefe de la estación de la RENFE, casado con Arminda López.

La historia de José-Carlos y Ángel-Jesús ha sido contada y difundida repetidas veces con ocasión de las diferentes etapas judiciales. Por otra parte, es tan rica en matices y protagonistas que este espacio apenas da para esbozarla, que es lo que nos proponemos.

Luego de pasarlas canutas en San Estevo de Parga, donde nace, El Maletilla _ así llamado por sus juegos con un toro de cartón _, se convierte en botones del Balneario de Guitiriz y se inicia en trabajos de hostelería hasta que da el salto a Madrid para ser camarero en uno de los locales de turisteo de la Plaza Mayor. Allí entra en contacto con un torero con el que decide volar a América.
En México cae enfermo de disentería y conoce a Glafira Rosales, una estudiante de enfermería de Guajanato un año menor que él, que hace prácticas en el hospital donde lo atienden. Y de la disentería al amor. Y de México, a NY.

Comienza entonces el período más interesante en la historia de Bergantiños, cual es su conversión en experto en arte, incluso su paso por la universidad, y el proceso que lo lleva a la falsificación de pintura lo suficientemente convincente como para colocar 60 copias de artistas consagrados y obtener por ellas unos 90 millones de dólares. Una historia que algún día veremos convertida en un largometraje y de la que ya existe documental, Made You Look.

Bergantiños va de casualidad en hallazgo y viceversa hasta que se cruza con el habilidoso, pero desmotivado pintor chino Pei-Shen Qian, vecino de la ciudad desde 1981, a quien le encarga un cuadro por 200 dólares, el primero de los que necesita para convencerse de que Qian puede ser la base oportuna sobre la que instalar un fabuloso negocio multimillonario, que produzca obras de  Pollock, Rothko, Warhol, Haring, Motherwell,  Basquiat, Zúñiga o De Kooning a voluntad. Le piden 114 años de cárcel, pero la extradición es difícil.
 

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