La idílica noche al raso de Juanes

El aventurero de Castroverde duerme sobre la nieve, en un saco, a varios grados bajo cero ▶ "Encántame sentir o frío exterior por un burato, polo que respiro, co corpo quente", explica
Jesús García Juanes, en una cueva en la nieve, en 2003. EP
photo_camera Jesús García Juanes, en una cueva en la nieve, en 2003. EP

Mientras la mayoría de la población afronta la ola de frío bajo techo y con la calefacción a tope, el aventurero castroverdés Jesús García Juanes aprovecha el temporal para pasar una noche a la intemperie sobre la nieve enfundado en un saco de dormir. "Encántame sentir o frío exterior, polo burato que deixo para respirar, e co corpo quente", comenta.

Juanes salió de su casa en Vilabade después de cenar y se tumbó bajo las estrellas en el cercano lugar de A Capela. "Imposible durmir cunha noite tan bonita, co ceo estrelado", escribió en su perfil de Facebook. Poco importaba que el termómetro bajase de los cero grados.

Para un aficionado a los retos extremos, pasar así la noche es un juego para matar el gusanillo después un tiempo sin sacar el saco de expedición. "O que fixen non entrana riscos. Basta con elexir o saco de durmir axeitado. Usei o que levei a Laponia, que pesa máis de dos kilos, con kilo e medio de plumón e capacidade para soportar máis de -25 grados", afirma. También se debe colocar una estera o un plástico debajo del saco para preservarlo de la humedad.

NEVEGarcía Juanes pasó otras noches al raso, como cuando hizo a pie la Transpirenaica. En esta ocasión empleó un saco de un kilo de peso, que era confortable hasta un máximo de -20 grados, como constató en las pruebas previas que realizó en una cámara frigorífica de O Ceao.

Jesús García Juanes destaca la importancia de adaptarse al medio. En 2003 construyó una cueva en la nieve en montes de León, junto a un compañero. Allí permanecieron a 0 grados con -14 en el exterior. "É un efecto similar ao dos iglús dos esquimais", explica. En la Transpirenaica improvisó un vivac nocturno "facendo un burato na neve e deixei os pés fóra".

La madrugada del sábado constituye una aventura para los legos, pero no para quien alcanzó la cima del Kilimanjaro tanzano a diez bajo cero, con un pantalón corto como única vestimenta. "No campamento estaba vestido, pero quitaba a roupa para facer os percorridos. Tes que camiñar moi rápido. Se paras conxelaste", cuenta. Esperar por sus acompañantes le impidió, años después, completar la ascensión al Aconcagua ligero de ropa. "Cometín o erro de non contratar un guía que fóra ao meu ritmo para non enfriarme nas esperas", apunta.

En condiciones extremas, el enemigo no solo es el frío, sino también el viento, "que se sopra con forza rebaixa moitos grados a sensación térmica", recuerda.

No todas las noches fueron fáciles para Juanes. En su primera experiencia en el Aconcagua alcanzó el último campamento, a 6.000 metros de altura con -25 grados, y se refugió en unas casetas de madera que eran "un arcón conxelador. Facía máis frío dentro que fóra. Ía abrigado, pero sin saco de durmir. Pasei cinco noites moi duras", cuenta.

Mientras disfruta del temporal, este montañero sigue con los preparativos de la carrera de 168 kilómeros, con duros desafíos, que organizará en Castroverde.

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