Hipertensión, el asesino silencioso

Es una patología frecuente, afecta al 35-40% de la población general. Este porcentaje aumenta conforme avanza la edad. Puede aparecer en cualquier década pero es más frecuente a partir de los 40 años.

YA EN EL SIGLO III antes de Cristo se describe «la enfermedad del pulso duro», su tratamiento consistía en reducir la cantidad de sangre mediante un corte en las venas o provocar sangrados aplicando sanguijuelas. Sin embargo, no es hasta el siglo XX cuando la hipertensión arterial es reconocida como una enfermedad capaz de dañar distintos órganos del cuerpo, calificándola entonces algunos autores de asesino silencioso.

La hipertensión arterial (HTA) es una patología frecuente, afecta al 35-40% de la población general. Este porcentaje aumenta conforme avanza la edad. Puede aparecer en cualquier década pero es más frecuente a partir de los 40 años. En algunos casos, podemos encontrar predisposición familiar (afectación de padres e hijos).

La presión o tensión arterial (TA) es la fuerza que ejerce la sangre contra la pared de las arterias cuando la bombea el corazón. La presión alta o sistólica coincide con el momento de la contracción cardíaca (sístole) y la presión baja o diastólica corresponde con la relajación (diástole).

Hablamos de HTA cuando las cifras están elevadas de forma mantenida con una TA sistólica igual o mayor de 140 mmHg y/o una TA diastólica igual o superior a 90 mmHg.

¿Cómo se diagnostica? Las cifras de TA varían a lo largo del día dependiendo de la hora y de las actividades que realicemos. De este modo, si la miramos cuando estamos nerviosos, después de comer o hacer ejercicio, o incluso después de tomar alcohol o fumar puede estar alta y eso no implica que tengamos HTA. Es en realidad una respuesta de nuestro organismo.

Cambia también según la hora del día, sigue lo que se llama un patrón circadiano y habitualmente desciende por la noche.

Parece sencillo, pero no siempre es fácil hacer el diagnóstico. Para complicarlo un poco más, hay pacientes que en su casa tienen cifras normales y cuando van a la consulta médica suben, es lo que se llama HTA de bata blanca.

El diagnóstico debe hacerse siempre en la consulta médica. Pueden ser necesarias varias determinaciones e incluso un tiempo de observación y vigilancia antes de confirmar HTA.

Se valorará la posibilidad de que exista alguna causa que produzca HTA que se pueda corregir (HTA secundaria), aunque en más del 90% de los casos no se encuentra nada que la justifique (HTA esencial o primaria).

¿Cómo se mide la TA? Con unos aparatos llamados esfingomanómetros o tensiómetros. Este dispositivo tiene su origen en un experimento realizado a mediados del siglo XIX cuando S. Hales canaliza una arteria de una yegua con un tubo de vidrio y observa cómo sube la columna de sangre en cada latido. Afortunadamente se ha avanzado mucho hasta llegar a los tensiómetros digitales actuales. Estos son ya de uso cotidiano y fácil adquisición. Aportan gran información en la valoración del paciente con HTA. En cuanto a ellos conviene recordar que:

-Son más precisos los de brazo que los de muñeca,

- no todos sirven, deben estar validados por organismos competentes y

- conviene calibrarlos periódicamente cada 6 meses.

¿Por qué es importante controlar la HTA? Cuando la TA está alta persistentemente el corazón tiene que realizar más fuerza para expulsar la sangre, esto hace que aumente el grosor de sus paredes creciendo su masa muscular (hipertrofia ventricular). Así favorece la aparición de múltiples patologías cardíacas (cardiopatía isquémica, insuficiencia cardíaca y arritmias).

Se producen también alteraciones en las paredes de las arterias, se vuelven más rígidas y de menor calibre, favorece la aterosclerosis. Así produce enfermedades a nivel cerebral (ictus: por oclusión de las arterias o por sangrado). A nivel renal, empeora el flujo sanguíneo y hace que el riñón no filtre adecuadamente llevando en ocasiones a la necesidad de diálisis. Puede dañar las arterias de las piernas empeorando la circulación y causando dolor al andar. Las arterias de la retina también pueden dañarse, provocando problemas de visión e incluso ceguera.

¿Produce síntomas la HTA? No suele dar síntomas, la mayoría de las veces se detecta en un control médico o de forma casual. Cuando es muy alta puede dar dolor de cabeza, náuseas, sensación de mareo o confusión, sangrado nasal, alteraciones de la visión.

¿Cómo se trata? En caso de HTA ligera puede ser suficiente cambiar el estilo de vida: evitar el sobrepeso, dieta sana con poca sal, pobre en grasas y rica en frutas y verduras, consumo moderado de alcohol, evitar el tabaco y practicar ejercicio moderado de forma regular.

Cuando estas medidas no son suficientes se añaden los fármacos. Hay una amplia variedad y el tratamiento debe adecuarse a cada persona.

Todos los adultos deben mirar de vez en cuanto las cifras de TA y, si está alta, consultar a su médico. Iniciar el tratamiento a tiempo puede mejorar su futuro.

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